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lunes, 12 de noviembre de 2012




¿Qué es un mártir?


Por el R. P. Muñoz

La palabra mártir viene del griego y significa testigo. Es utilizada por la Iglesia Católica para indicar a los que mueren por Cristo. Hoy se quiere emplear esta palabra para los que mueren por un ideal político, social, religioso o caritativo... Nada más inadecuado: pueden ser héroes, campeones o adalides, pero nunca mártires.
Para ser mártir se requieren las siguientes condiciones:
• por parte del perseguidor que mate a otro "per odium fidei" es decir, por odio a la Fe Católica o a una virtud cristiana. La enfermera que da su vida por cuidar a un enfermo es una heroína pero no una mártir, porque no la matan por odio a la Fe.
• por parte del que muere que sufra con absoluta pasividad, es decir, sin oponer resistencia alguna. Así, el que muere por la Patria es héroe, pero no mártir, porque muere defendiendo su vida.
• que sufra por amor a Jesucristo: por guardar los Mandamientos, por conservar la castidad, por no blasfemar... es decir por ser fiel a la Fe Católica. No se trata de sufrir o morir simplemente, sino de hacerlo por amor de Dios; por eso dice S. Agustín: “Martyrem non fecit pœna, sed causa”: es decir, no es la pena sino la causa lo que hace al mártir.
La virtudes más salientes y características de un mártir son: una paciencia a toda prueba, una fe heroica, una esperanza triunfal, una valentía excepcional y un amor ardoroso a Dios, a Jesucristo y a la Virgen María.
El mártir da testimonio de su Fe con su sangre, es decir, con el sacrificio de su vida. Esto supone dos cosas: estar convencido firmemente de la verdad de Dios y tenerle un gran amor. Niños, muchachos, delicadas vírgenes, adultos, ancianos, padecían horrorosos tormentos durante horas, durante días; sufrían en silencio, muchas veces jubilosos, dando testimonio con su sangre de su Fe y Amor a Dios.
Efectos del martirio
Son los siguientes:
• constituye el “bautismo de sangre” para quienes mueren sin haber recibido este sacramento.
• borra todos los pecados mortales cometidos.
• borra todos los pecados veniales y toda pena temporal (libra, por tanto, del Purgatorio).
• añade a su triunfo una “aureola” peculiar en el cielo.

Es tan grande el martirio que basta demostrar que uno ha sido mártir para ser canonizado sin necesidad de milagros, porque ha dado la prueba mayor de amor a Dios que es dar su vida por Él.. 

martes, 17 de abril de 2012

Epitafios de Mártires Cristianos.Ultimas palabras expresada por algunos de los martires:



“Señor Dios, estos hombres me van a quitar toda una vida llena de miseria, pero tú me vas a dar vida eterna.”
Maurice Blanc
Martirizado en Merindol en el año 1547


“Soy el trigo de Cristo; voy a ser molido con los dientes de fieras salvajes para que pueda ser hallado pan puro”.
Ignacio (Obispo de Antioquia, sucesor de Pedro )
Minutos antes de ser arrojado a las fieras.

“No es nada nuevo para ti, OH Todopoderoso Jesús, detener los cursos de los ríos, ni hacer que alguien camine sobre el agua, como hiciste con tu siervo Pedro; el pueblo ya ha visto la prueba de tu poder en mí, concédeme ahora que dé mi vida por tu causa, OH mi Dios”.
Quirino (Obispo de Siscia)
Antes de ser arrojado al río Danubio con una piedra atada al cuello.


“¡Mis doctrinas! No sostengo doctrinas propias; lo que predico son las doctrinas de Cristo, y por estas daré mi sangre, me consideraré feliz de poder padecer por causa de mi Redentor.”
Dominico (Erudito militar y evangelista protestante)
Antes de morir martirizado en Italia .

“Cuando el hombre sea capaz de comer y digerir una sólida piedra entonces se desvanecerá la religión por la que voy a sufrir, y no antes.”
Catelin Girard
Antes de ser quemado en la hoguera.

“Venid aquí, y prended el fuego delante de mi cara; si le hubiera temido a las llamas, no habría venido a este lugar… A ti, OH Cristo, te ofrezco esta alma en llamas.”
Jerónimo de Fraga
Antes de ser quemado en la hoguera.







Policarpo, el venerable obispo de Esmirna, se ocultó al oír que le estaban buscando, pero fue descubierto por un niño. Tras dar una comida a los guardas que le habían prendido, les pidió una hora de oración, lo que le permitieron, y oró con tal fervor que los guardas que le habían arrestado sintieron haberio hecho. Sin embargo, lo llevaron ante el procónsul, y fue condenado y quemado en la plaza del mercado.


El procónsul le apremió, diciendo: «Jura, y te daré la libertad: Blasfema contra Cristo.»


Policarpo le respondió: «Durante ochenta y seis años le he servido, y nunca me ha hecho mal alguno: ¿Cómo voy yo a blasfemar contra mi Rey, que me ha salvado?» En la estaca fue sólo atado, y no clavado como era costumbre, porque les aseguró que se iba a quedar inmóvil; al encenderse la hoguera, las llamas rodearon su cuerpo, como un arco, sin tocarlo; entonces dieron orden al verdugo que lo traspasara con una espada, con lo que manó tal cantidad de sangre que apagó el fuego. Sin embargo se dio orden, por instigación de los enemigos del Evangelio, especialmente judíos, de que su cuerpo fuera consumido en la hoguera, y la petición de sus amigos, que querían darle cristiana sepultura, fue rechazada. Sin embargo, recogieron sus huesos ...y los hicieron enterrar decentemente.

La Mirada Serena. Beato Martín Martínez Pascual. Entrego su vida como martir al grito de CRISTO REY

Beato Martín Martínez Pascual. Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel y diócesis de Zaragoza, el 11 de noviembre de 1910.

Su vocación surgió del contacto con un sacerdote ejemplar, D. Mariano Portolés, que suscitó muchas vocaciones en Valdealgorfa. Este sacerdote cultivaba con esmero los gérmenes de vocación y acompañaba a los seminaristas en vacaciones.

De niño entró en el Seminario de Belchite y luego continuó en el Seminario mayor de Zaragoza donde hizo todos los estudios, salvo el último curso 1934-35, que ya había ingresado en la Hermandad. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1935. Fue destinado como formador al Colegio de San José de Murcia y como profesor del Seminario diocesano de San Fulgencio.

Terminado el curso, hizo los ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de julio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo y allí le sorprendió la persecución.

El 26 de julio, avisado de que lo buscaban para matarlo, se escondió en casa de algunas familias amigas. Más tarde huyó a una finca a tres kilómetros del pueblo y se ocultó en una cueva.

El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”, decía.

Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.

PROCESO DE BEATIFICACIÓN

Hace varios años que fueron beatificados nueve Sacerdotes Operarios, de los treinta que fueron martirizados en la guerra civil española por los años treinta del siglo pasado.

Fue un gran gozo para la Hermandad y sus amigos comprobar que la Iglesia proclamaba solemnemente que estos nueve sacerdotes dieron su vida por Cristo y que fueron inmolados por el solo hecho de ser sacerdotes, considerándolos como auténticos mártires.

Con el decreto de beatificación el Papa autoriza que sean venerados públicamente, como se viene haciendo desde entonces, sobre todo en las comunidades especialmente vinculadas con cada uno de ellos.

El grupo estaba encabezado por el Beato Pedro Ruiz de los Paños, Director General de la Hermandad y fundador de la congregación religiosa, de carácter vocacional, «Discípulas de Jesús», acompañado por ocho compañeros, entre los cuales destacan cinco Rectores de otros tantos Seminarios españoles.

Pero la beatificación es sólo el primer paso hacia la canonización o glorificación definitiva de los mártires que lleva consigo su proyección a la Iglesia universal, en cuanto al culto y veneración que merecerían recibir por todos los cristianos. Por ello, no nos podemos contentar con admirar a estos héroes de la fe, que ofrendaron su vida al Señor, como testigos de su sacerdocio. Hemos de acudir a su intercesión, para conseguir el milagro, que les haga merecedores del reconocimiento de la Iglesia para su canonización.

ORACION PARA OBTENER GRACIAS

Padre de bondad,
que con la sangre de tus sacerdotes
Pedro Ruiz de los Paños y compañeros,
fecundaste su labor apostólica,
orientada de manera especial a la formación sacerdotal,
concédenos, por su intercesión,
abundantes vocaciones para dispensar tus misterios,
fidelidad en el servicio de tu Reino,
y la gracia que te pedimos por su intercesión.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

JOAQUÍN MARIA AYALA ASTOR Sacerdote Martir 1936


Natural de Novelda (Alicante). Nació el 26 de julio de 1878. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de marzo de 1901. Doctorado en Sagrada Teología, mientras obtenía el grado de Doctor en la Facultad de Derecho Canónico en Toledo, ejercía su docencia en el Seminario de dicha ciudad, en las Escuelas Normales de Magisterio y en el Instituto.
Ejerció el ministerio en varias parroquias de Albacete. En 1911 obtuvo la canonjía doctoral de la Catedral de Cuenca.
En Cuenca estableció la Obra de las Marías y de los Discípulos de San Juan; creó los periódicos La Voz del Catecismo y El Sagrario.
El obispo mártir Don Cruz Laplana puso en sus manos la obra más trascendente de su Diócesis, el Seminario Conciliar de San Julián. En el curso 1922-23 quedaba encargado de la dirección de dicho Centro.
Cuando empezó la persecución religiosa, ya en mayo de 1936, se había decidido su asesinato, del que providencialmente se libró.
Don Joaquín fue denunciado ante un miliciano encargado de encontrarle y pronto dieron con él. El Señor Rector del Seminario se encontraba en Villalba dEl Rey (Cuenca), en una accidental hospedería en la que, unos días antes, había bautizado a un niño y animaba a la vocación sacerdotal a uno de los hijos de la casa. El diálogo se interrumpió bruscamente cuando el dueño de la casa apareció por la puerta gritando: ¡Huya usted, Don Joaquín, que vienen a matarle! Para no comprometer a la familia, salió precipitadamente y se escondió en El barranco, en medio de la campiña. Después de una búsqueda intensa, fue descubierto por los milicianos, y, al salir de una pequeña cueva en donde se había cobijado, recibió en sus carnes una lluvia de plomo.
Después, su cadáver fue despojado de todo; el cuerpo sangrante yacía en el camino cubierto con una blusa que alguien había dejado caer sobre él. Luego, el vecino de Villalba del Rey que le hospedaba en su casa lo trasladó con su volquete al estrecho cementerio del pueblo, en la misma tarde del 18 de agosto de 1936, día en que Don Joaquín María había sido asesinado.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Padre Miguel A. Pro, Mártir. Mi humilde homenaje para el 23 de Noviembre su fecha de martirio


El Siervo de Dios, Sacerdote Jesuita, Mártir  

Memoria:  23 de Noviembre
Nace: 13 Enero 1891 Zacatecas México - Mártir: 1927. 
Beatificado por Juan Pablo II: 25 Sept. 1988

Desde pequeño fue virtuoso y alegre. Entró en el noviciado jesuita a la edad de 20 años.
Fue exilado durante la revolución mexicana. Ordenado en Bélgica en
1925 a la edad de 36.
Regresó a México en 1926 sabiendo que la iglesia era perseguida y corría grave peligro. Además sufría del estómago. Ejerció un intenso ministerio bajo persecución hasta que en el 1927 fue acusado falsamente de estar involucrado en un atentado contra el dictador. Antes de que lo fusilaran perdonó a los verdugos.  Murió, como muchos otros mártires mexicanos, gritando: "Viva Cristo Rey"

 


A partir del año 1825, el gobierno mexicano estuvo gobernado por hombres anticatólicos que quisieron exterminar la fe del país. Los buenos sacerdotes, religiosas y laicos tuvieron mucho que sufrir.  Algunos murieron mártires, entre ellos nuestro querido y venerable Padre Pro.

¿Quién es el Padre Miguel Pro?

Miguel Agustín Pro nació el 13 de enero de 1891, de una familia acomodada. Su padre era ejecutivo en una pequeña villa minera en el estado de Zacatecas. A pesar de ello, Miguel creció con un corazón sencillo y libre de prejuicios. Lo que más añoraba, cuando niño, era el recorrer las minas para poder compartir con los trabajadores. Desde pequeño se distinguió por un gran sentido del humor. Era un verdadero cómico por naturaleza, lo cual le ayudaría enormemente en su ministerio sacerdotal.
Antes de terminar sus estudios Miguel comenzó a trabajar con su padre en la oficina de la mina. Allí sus talentos naturales se fortificaron y aprendió a hacer muchas cosas ya que captaba con gran facilidad los detalles. Podía, por ejemplo escribir 100 palabras por minuto.
Se hizo amigo de los mineros y pudo captar su modo de hablar y comportarse, que se diferenciaban mucho de los de su propia casa. En este amor a los pobres se ve la mano de Dios, ya que, años más tarde, siendo perseguido por las autoridades, el Padre Pro utilizaría todo lo aprendido en la niñez para defender a Dios y a la Iglesia.
Un talento que Miguel adquirió desde muy temprana edad fue el de caricaturista. Era capaz de captar, de manera exagerada, las peculiaridades en las caras de la gente. También aprendió a tocar la guitarra y el mandolín.
Miguel amaba a su familia, especialmente a sus dos hermanas, las cuales entraron a la vida religiosa. Esto enfureció a Miguel. Viendo cuánto había afectado a Miguel la entrada de sus hermanas al convento, su mamá decidió invitarlo a un retiro. De allí salió Miguel transformado y decidido a ser sacerdote jesuita.
El 11 de agosto de 1911 entró al seminario de El Llano, Michoacán. Tenía veinte años. En esta época contrajo una enfermedad mortal, la cual supo siempre ocultar muy bien detrás de su rostro alegre.
A pesar de sus comedias y gran sentido del humor, Miguel fue un novicio y religioso grandemente observador de la Regla y de sus estudios.

La persecución no detiene su vocación

En una ocasión fue preciso que todos escaparan del seminario debido a la persecución contra la Iglesia. Aquí comienza el capítulo en la vida de Miguel Pro como héroe de la fe y genio en escurrirse de los opresores, para poder cumplir cabalmente su vocación sacerdotal.
El riesgo se convirtió en el estilo de vida de los sacerdotes y religiosos de México, ya que incluso se había prohibido la celebración de la Santa Misa. Muchos fueron encarcelados, torturados y expulsados del país. Muy pronto, Miguel junto con otros seminaristas, recibieron la noticia de que debían marcharse y continuar sus estudios en California. Fue entonces la última vez que Miguel vio a su mamá en este mundo. Después de un tiempo, Miguel y sus compañeros embarcaron para España, en donde estuvieron cinco años.
Fue ordenado sacerdote el 31 de agosto de 1925.

Regreso a una Iglesia de catacumbas

El Padre Pro regresó a un México devastado. El pueblo cristiano resistía los abusos de gobierno; ante lo cual el presidente Calles había decidido gobernar con mano de hierro. Llegó, pues, a la capital, ciudad que se convertiría en su parroquia y, cuyos parroquianos vivirían como en catacumbas, siempre en secreto, en escondite continuo, huyendo de la policía.
Lo primero que hizo fue encontrar a su padre y a sus hermanos. Luego planeó la orientación del terreno y el método de operación. Y, enseguida puso manos a la obra. Implementó cada truco que había aprendido, cada disfraz para poder llevar a Cristo a las almas en medio de la severa persecución. Le era necesario estar en continuas artimañas para lograr evadir a la policía. Organizó Estaciones de Comunión a lo largo de toda la ciudad; estas eran casas donde los fieles venían a recibir al Señor en la Eucaristía. Los primeros viernes, el número de comuniones sobrepasaba los 1,200.
Se celebraban Misas por toda la ciudad antes del amanecer, se apostaban vigilantes por si llegaba la policía, con claves que cambiaban constantemente, etc. Se juntaban los ricos y los pobres en unos cuartos pequeños para adorar al Señor y recibirlo de manos de los sacerdotes. Los que querían confesarse, tenían que llegar a los lugares señalados, antes de la Misa; algunas veces a las 5:30 a.m. Era realmente una Iglesia de catacumbas, como la de los primeros cristianos. Un verdadero testimonio de la fe.
Respecto a la grave enfermedad que padecía el Padre Pro y que incluso lo había llevado a hospitales y casas de convalecencia, le escribe a su Superior Provincial: "Aquí el trabajo es continuo y arduo. Únicamente puedo admirarme del gran Jefe que me permite llevarlo a cabo. ¿Enfermedad? ¿Quejas? ¿Que si me cuido? Ni siquiera tengo tiempo para pensar en semejantes cosas; y a la vez me siento tan bien y tan fuerte, que de no ser por pequeños, pequeñísimos atrasos, bien podría seguir así hasta el fin del mundo... Estoy disponible para cualquier cosa, pero, si no hay objeción, solicitaría el poder quedarme aquí".
En este escrito se nota el gran amor que animaba el corazón del P. Pro: la dependencia de Dios; el olvido propio en medio del dolor físico y del peligro; el celo por el Señor y por su gente; y su obediencia a los superiores, representantes auténticos de la Voluntad Divina para un religioso.
El presidente Calles y la policía trataban de acabar con estas organizaciones secretas. Arrestaban a los católicos practicantes y en especial a sus líderes, los torturaban y mataban.
Ante la persecución, el Padre Pro nunca dejó su ministerio sacerdotal. Se valía de sus dones y, sobre todo, de su profunda fe para continuar valientemente su ministerio. Hacía unas maniobras que desconcertaba a la policía. He aquí algunas.
I) Mientras la policía lo buscaba de casa en casa para matarlo, él, muy campante, estaba en un teatro dictando conferencias espirituales a más de cien muchachas del servicio. Y ninguna de ellas contó a nadie dónde estaba el Padre Pro.
II) Iba el Padre Pro en un taxi y, de pronto se dio cuenta de que la policía lo venía persiguiendo en otro carro. –"Siga usted su viaje, sin detenerse"– dijo al taxista –"que yo me lanzo a la calle". Y así lo hizo. Pero para disimular el porrazo que se daba, echó luego a andar por la calle con caminado de borracho y diciendo palabras sonoras. La policía creyó que era un verdadero borracho y siguió adelante. Sólo unos minutos después se dieron cuenta los agentes de que el tal "borrachito" era el "Padre Pro", y se devolvieron corriendo, pero ya se les había escapado.
III) Un día en plena calle se dio cuenta de que unos policías venían en su busca. Entró entonces a una farmacia y, tomando del brazo a una hermosa señorita, le dijo: "Diga que es mi novia, porque, si no, me echan a la cárcel"–. La señorita aceptó, y la policía al verlo del brazo con una muchacha (él iba vestido de civil) creyó que éste no podía ser el padre que ellos buscaban... Unos momentos después llegó el sargento y al describirle ellos cómo era el "novio", les grito furioso: "¡Pues ese es el cura Pro!". Corrieron a prenderlo, pero ya se les había escapado otra vez.
IV) Estando el Padre Pro en un alto edificio, presidiendo una reunión de muchachos de Acción Católica, cuando menos pensaron, se hallaron con que la policía había rodeado el edificio. El Padre se escondió en un armario en el preciso momento en que entraba al salón el coronel, con dos pistolas en las manos, preguntando por "El Cura Pro". Los muchachos le dijeron que ellos no sabían dónde estaría dicho sacerdote, pero el militar, lleno de furia les gritó: "Tienen un minuto para que me digan dónde está ese padre, o los mato a todos". Mas en ese momento sintió que le colocaban un cañón frío en la nuca. Era el Padre Pro, que había salido del armario.
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El Padre Pro rezando antes de ser fusilado. Dice: "Señor, tú sabes que soy inocente. Perdono de corazón a mis enemigos".
El Padre Pro fusilado
El padre Pro, momentos antes de ser fusilado, extendió sus brazos en cruz. Tenía un rosario en una mano y un Crucifijo en la otra. Exclamó: "¡Viva Cristo Rey!".
–"Suelte esas pistolas o muere", le dijo el Padre. El coronel, tembloroso, soltó las pistolas que fueron recogidas por los muchachos. –"Ahora ustedes huyan", gritó Miguel Pro a los jóvenes. Y éstos salieron apresuradamente a esconderse y salir luego por los subterráneos del edificio. Luego el Padre dijo con tono picaresco: "Y usted, señor coronel, vuélvase, para que vea con qué lo puse manos a lo alto y lo desarmé". El coronel dio media vuelta y vio con gran humillación que el cañón frío que había sentido con miedo en la nuca era el pico de una botella vacía. Con una simple botella vacía había desarmado el padrecito a un coronel que llevaba en sus manos pistolas cargadas.

Un mártir mexicano para la Iglesia

El movimiento tenía como líder principal al P. Pro y como lema: "Viva Cristo Rey". Así, en medio de escondites, incertidumbres, luchas, miedo, fe, valentía, dolor..., transcurrió cerca de año y medio. El presidente Calles lo mandó arrestar, acusándolo de haber sido responsable de un complot y de atentados y acciones revolucionarias contra el gobierno, siendo todo ello absolutamente falso.
Al final, para evitar que mataran a varios católicos que tenían presos, el Padre Pro se entregó a la policía,
Lo encarcelaron y le dieron sentencia de muerte. El 23 de noviembre de 1927, camino al lugar de fusilamiento uno de los agentes le preguntó si le perdonaba. El Padre le respondió: "No solo te perdono, sino que te estoy sumamente agradecido".  Le dijeron que expusiera su último deseo.  El Padre Pro dijo: "Yo soy absolutamente ajeno a este asunto... Niego terminantemente haber tenido alguna participación en el complot". "Quiero que me dejen unos momentos para rezar y encomendarme al Señor". Se arrodilló y dijo, entre otras cosas: "Señor, Tú sabes que soy inocente. Perdono de corazón a mis enemigos". 
Antes de recibir la descarga, el P. Pro oró por sus verdugos: "Dios tenga compasión de ustedes"; y, también los bendijo: "Que Dios los bendiga". Extendió los brazos en cruz. Tenía el Rosario en una mano y el Crucifijo en la otra. Exclamó: "¡Viva Cristo Rey!". Esas fueron sus últimas palabras. Enseguida, el tiro de gracia.
Oración: Venerable Padre Pro, que supiste vivir tu vocación en las mas difíciles circunstancias, ayúdanos con tu intercesión a ser católicos valientes y no ceder ante la tentaciones de este mundo. Que nuestra vida, como la tuya, de mucho fruto para gloria de Dios y el bien de las almas.  Amén.
 

miércoles, 3 de agosto de 2011

Vida y milagros de el Beato Román Lysko


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Nació el 14 de agosto de 1914 en Horodok (Lvov). En 1938 se casó con Neonila Huniovska. El 28 de agosto de 1941 fue ordenado sacerdote(*); desarrolló su apostolado en la archieparquía de Lvov. Durante 1944 fue párroco de Belzets.

En 1946, el Gobierno soviético, que había anexado esa parte de Polonia al estallar la segunda guerra mundial, suprimió la Iglesia greco-católica y obligó a sus obispos, sacerdotes y fieles a pasar a la ortodoxia. Los Lysko se refugiaron en su pueblo natal, en Horodok.

Roman seguía ejerciendo su ministerio pastoral sin crearse problemas. Bautizaba en el patio de casa y celebraba bodas en el bosque, decía misa en los pueblos, en las casas de los fieles, con las ventanas cerradas, junto a una mesa con vodka para hacer creer que era una fiesta entre amigos, en caso de que irrumpieran los agentes de la NKVD (la policía secreta de Stalin).

Su rechazo a pasarse a la Iglesia ortodoxa le costó la cárcel en Lvov, en la que murió, a la edad de 35 años (1949), por un "paro cardíaco", la causa exacta de su muerte se desconoce, algunos prisioneros testimoniaron que fue golpeado brutalmente por sus carceleros y colocado en una rejilla incandescente. Según otra versión, fue encerrado vivo entre cuatro paredes cerradas con cemento.

(Fuente: catholic.net)

viernes, 22 de julio de 2011

Monseñor Padovese ASESINADO EN ORIENTE MEDIO

VATICANO, 03 Jun. 10 / 09:34 am (ACI)

El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y de Radio Vaticano, P. Federico Lombardi, expresó su profundo pesar y consternación al conocer la noticia del asesinato, perpetrado hoy en Iskenderum, de Mons. Luigi Padovese, Vicario Apostólico de Anatolia y Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía. La noticia ha sido dada a conocer a la mencionada emisora por parte del Obispo de Esmirna, Mons. Ruggero Franceschini.

Según informa la agencia turca Anadolu, el Prelado fue apuñalado en su casa.

Al respecto, el P. Lombardi señaló que "se trata de una noticia horrible que nos deja profundamente desconcertados y naturalmente muy doloridos. Monseñor Padovese fue una persona con grandes méritos por el testimonio de la vida de la Iglesia en Turquía, por lo tanto en situaciones también difíciles; fue una persona dedicada al Evangelio, valiente".

La muerte de este valiente Obispo, prosigue el sacerdote, trae a la memoria la de otro sacerdote asesinado también en Turquía en 2006, P. Andrea Santoro. El homicidio de Mons. Padovese, continuó, "nos permite ver cómo el testimonio de la Iglesia en ciertas situaciones puede pagarse a precio de sangre. Será necesario comprender mejor las circunstancias o móviles de esta muerte; permanece que es una vida entregada por el Evangelio".

Este lamentable hecho, dice luego el P. Lombaardi, ocurre en "la víspera de un viaje del Papa hacia Oriente Medio. También precisamente para alentar a las comunidades cristianas que viven en esta región, este hecho nos permite entender con mucha profundidad cómo la cuestión de solidaridad de la Iglesia universal, de apoyo para estas comunidades cristianas, es absolutamente urgente, necesaria".

La cadena española COPE señala que Mons. Padovese, de 63 años de edad, estaba muy comprometido en el ecumenismo, en el diálogo con el Islam y en la reanimación de las distintas comunidades cristianas turcas. Originario de Milán, había ingresado en la Orden de los Frailes Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en 1973 y ordenado Obispo en 2004.

El Prelado recibió al Papa Benedicto XVI en su viaje a Turquía en 2006. También fue quien presidió los funerales por el P. Andrea Santoro.

Mons. Padovese se preparaba para trasladarse este viernes a Chipre como parte de la delegación de acogida al Santo Padre en su viaje apostólico –del 4 al 6 de junio– a la isla mediterránea, donde entregará el Instrumento de trabajo del Sínodo de los obispos para Oriente Medio que se realizará en octubre en el Vaticano.

BEATOS MÁRTIRES DE SAN JOAQUÍN.




El 25 de abril de 1927 dos sacerdotes y un laico fueron martirizados en el rancho de San Joaquín, población cercana a Lagos de Moreno, Jalisco y se les conoce como los Mártires de San Joaquín.

Imagen

Beato J.Trinidad Rangel.
Beato Andrés Sola.
Beato Loenardo Perez.

martes, 12 de abril de 2011

Mártires de los jesuitas de la UCA de San Salvador Martires de la UCA 16 de noviembre de 1989

 






Amando López
Amando López (53), nace en España, estudia Teología en 
Irlanda y obtiene el doctorado en Ciencias de la Religión en 
Francia. Rector del seminario arquidiocesano de San Salvador, 
donde introduce reformas sustanciales. Más tarde, rector del 
colegio Centroamérica y de la UCA de Managua, en Nicarag
ua. Su carisma es el don de consejo, la alegría, la ternura.
Ignacio Martín-Baró (Nacho)
Ingacio "Nacho" Martí-Baró (47), español, novicio en El Sal
vador y estudiante de Humanidades y Filosofía en E
cuador y Colombia, de Teología en Alemania y Bélgica. 
En la UCA obtiene la licenciatura en Psicología Social y
el doctorado en Estados Unidos. Publica once libros e i
ncontables artículos. Vicerrector académico, maestro d
e psicólogos salvadoreños, vive atento a la problemática 
del pobre, a las consecuencias psicosociales de la violencia, a la religiosidad liberadora.
Ignacio Ellacuría
Ignacio Ellacuria (59), nacido español, salvadoreño 
como sus compañeros de martirio, desde los 19 años, en el 
noviciado de Santa Tecla. Doctor en Filosofía, teólogo, r
ector de la UCA desde hacía diez años. Su rigor i
ntelectual, su claridad en el análisis de la realidad, su 
creatividad para soluciones profundas e inmediatas, lo hacen 
interlocutor obligado de religiosos, intelectuales y políticos y su fama 
trasciende las fronteras centroamericanas. Invitado a 
congresos, conferencias, a recibir premios en el exterior, 
Ellacu", como le dicen, aprovecha toda ocasión para ser 
portavoz de su pueblo clamando justicia.
Joaquín López y López
Joaquín López y López (71), el único salvadoreño nativo. 
Estudia en Estados Unidos y España. Su vida transcurre 
entre el colegio San José y la UCA de los primeros tiempos 
y en los últimos veinte años en "Fe y Alegría". Gracias 
a esta institución cuarenta y ocho mil niños y 
adolescentes, en treinta centros, reciben educación y formación técnica.
Segundo Montes
Segundo Montes, (56), español. Doctor en Antropología 
Social, educador por vocación, escritor. Desde 1984 s
e dedica incansablemente a los desplazados de guerra, a
quienes visita en Honduras, Nicaragua y Estados Unidos. 
Su trabajo científico y humanitario atrae la atención internac
ional. Sus escritos y conferencias desnudan la cruda r
ealidad salvadoreña.
Juan Ramón Moreno Pardo (Pardito)
Juan Ramón Moreno Pardo (56), español. Estudia Filosofía en
Ecuador y Teología en Estados Unidos. Su inteligencia y a
gudeza le permiten adquirir una vasta cultura. 
Es formador de estudiantes, seminaristas, novicios y 
un incansable predicador de ejercicios espirituales.

 
Elba Julia Ramos e sua figlia Celina Maricet Ramos
Trabajadoras domésticas de la universidad. Julia Elba Ramos (42), madre de dos hijos y esposa de Obdulio, el casero de la c
omunidad, es discreta, intuitiva, dispuesta siempre para el s
ervicio, su risa alegra la cocina y el ánimo de todos. 
Celina Ramos (16), hija de Julia y Obdulio, recién t
ermina el bachillerato. Es activa, deportista, está 
enamorada y próxima a casarse. Esa noche, por temor, 
duermen en la casa de la comunidad.

El Papa: La Eucaristía, presencia real de Cristo

es

CIUDAD DEL VATICANO, 27 sep (ZENIT.org).- El Jubileo del año 2000, centrado en la persona de Cristo, es también el Jubileo de la Eucaristía, el sacramento con el que Jesús se quiso quedar con nosotros a través de la historia. Por este motivo, Juan Pablo II comenzó hoy una serie de meditaciones que continuará durante los próximos encuentros con los peregrinos del miércoles, sobre el milagro más grande de todos los tiempos.


1. Según las orientaciones delineadas en la «Tertio millennio adveniente», este año jubilar, celebración solemne de la Encarnación, tiene que ser un año «intensamente eucarístico» (TMA, 55). Por este motivo, después de haber detenido la mirada en la gloria de la Trinidad, que resplandece en el camino del hombre, comenzamos una catequesis sobre esa celebración grande
y al mismo tiempo humilde de la de la gloria divina: la Eucaristía.

Grandeza y pequeñez de la Eucaristía
Grande, pues e la expresión principal de la presencia de Cristo entre nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 20); humilde, pues se entrega con los signos sencillos y cotidianos del pan y del vino, la comida y la bebida ordinarias en la tierra de Jesús y en muchas otras regiones. En ese carácter cotidiano de los alimentos, la Eucaristía introduce no sólo la promesa, sino también la «prenda» de la gloria futura: «futurae gloriae nobis pignus datur» (Santo Tomás de Aquino, «Officium de festo corporis Christi»). Para comprender la grandeza del misterio eucarístico, hoy queremos considerar el tema de la gloria divina y de la acción de Dios en el mundo, ya sea que se manifieste en los grandes acontecimientos de salvación, ya sea que se esconda bajo los humildes signos que sólo puede percibir el ojo de la fe.

La gloria divina en el Antiguo Testamento
2. En el Antiguo Testamento, con la palabra hebrea «kabôd» se indica la manifestación de la gloria divina y de la presencia de Dios en la historia y en la creación. La gloria del Señor refulge en la cumbre del Sinaí, lugar de revelación de la Palabra divina (cf. Éxodo 24, 16). Está presente en la tienda santa y en la liturgia del pueblo de Dios, peregrino en el desierto (cf. Levítico 9, 23). Domina en el templo, la morada --como dice el salmista-- «en donde habita tu gloria» (Salmo 26, 8). Envuelve, como un manto de luz (cf. Isaías 60, 1), a todo el pueblo elegido: el mismo Pablo es consciente de que «los israelitas poseen la adopción de hijos, la gloria, las alianzas...» (Romanos 9, 4).

3. Esta gloria divina, que se manifiesta de manera especial en Israel, está presente en todo el universo, como lo escuchó proclamar el profeta Isaías a los serafines en el momento de su vocación: «¡Santo, santo, es el Señor de los ejércitos! La tierra está llena de su gloria» (Isaías 6, 3). Es más, el Señor revela a todos los pueblos su gloria, como se lee en el Salterio: «Todos los pueblos contemplan su gloria» (Salmo 97, 6). La luz de la gloria, por tanto, es universal, de modo que toda la humanidad puede descubrir la presencia divina en el cosmos.

La plenitud de la gloria: Cristo
En Cristo, sobre todo, se cumple esta manifestación, pues él es el «resplandor de la gloria» divina (Hebreos, 1, 3). Y lo es también a través de sus obras, como testimonia el evangelista Juan ante el signo de Caná: Cristo «manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él» (Juan 2, 11). Él irradia también la gloria divina a través de su palabra, que es Palabra divina: «Yo les he dado tu Palabra», dice Jesús al Padre; «yo les he dado la gloria que tú me diste» (Juan 17, 14. 22). Cristo manifiesta la gloria divina más radicalmente a través de su humanidad, asumida en la encarnación: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1, 14).

Presencia de Cristo
4. La revelación terrena de la gloria divina alcanza su cumbre en la Pascua que, especialmente en los escritos de san Juan y de san Pablo es descrita como una glorificación de Cristo a la derecha del Padre (cf. Juan 12, 23; 13, 31; 17, 1; Filipenses 2, 6-11; Colosenses 3, 1; 1 Timoteo 3, 16). Ahora, el misterio pascual, expresión de la «perfecta glorificación de Dios» («Sacrosanctum Concilium», 7), se perpetua en el sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección confiado por Cristo a la Iglesia, su amada esposa, (cf. «Sacrosanctum Concilium», 47). Con el mandamiento «Haced esto en conmemoración mía» (Lucas 22, 19), Jesús asegura la presencia de la gloria pascual a través de todas las celebraciones eucarísticas que salpicarán el fluir de la historia humana. «A través de la santa Eucaristía el acontecimiento de la Pascua de Cristo se expande a toda la Iglesia [...]. Con la comunión en el cuerpo y en la sangre de Cristo, los fieles crecen en la misteriosa divinización que, gracias al Espíritu Santo, les hace habitar en el Hijo como hijos del Padre» (Juan Pablo II y Moran Mar Ignatius Zakka I Iwas, Declaración Común 23-6-1984, n. 6: EV 9, 842).

La respuesta del hombre
5. No cabe duda de que la celebración más elevada de la gloria divina tiene lugar hoy en la liturgia. «Dado que la muerte de Cristo en la cruz y la resurrección constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia y la prenda de su Pascua eterna, la liturgia tiene como primera tarea volvernos a llevar por el camino pascual abierto por Cristo, en el que se acepta morir para entrar en la vida» (Carta apostólica «Vicesimus quintus annus», 6). Esta tarea se ejerce sobre todo por medio de la celebración de la Eucaristía, que hace presente la Pascua de Cristo y comunica su dinamismo a los fieles. Así, el culto cristiano se convierte en la expresión más viva del encuentro entre la gloria divina y la glorificación que sale de los labios y del corazón del hombre. A la «gloria del Señor que llena la morada» del templo con su presencia luminosa (cf. Éxodo 40, 34) le tiene que corresponder nuestra «glorificación del señor con espíritu generoso» (Sirácida 35, 7).

La existencia del hombre: glorificación de Dios
6. Como nos recuerda san Pablo, tenemos que glorificar también a Dios en nuestro cuerpo, es decir, con toda la existencia, pues nuestro cuerpo es templo del Espíritu que está en nosotros (cf. 1 Corintios 6, 19. 20). Desde esta perspectiva, se puede hablar también de una celebración cósmica de la gloria divina. El mundo creado, «tan a menudo desfigurado por el egoísmo y la avidez», tiene en sí «la potencialidad eucarística»: «está destinado a ser asumido en la Eucaristía del Señor, en su Pascua presente en el sacrificio del altar» («Orientale Lumen» 11). A ese aleteo de la gloria del Señor, que está «por encima de los cielos» (Salmo 113, 4) y se irradia en el universo, le corresponde, como contrapunto de armonía, la alabanza de toda la creación de modo que «Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén» (1 Pedro 4, 11).

viernes, 1 de abril de 2011

En el siglo XX fueron asesinados 45 millones de cristianos


"Sangre de mártires, semilla de cristianos". El viejo refrán católico se ha cumplido con creces a lo largo de toda la historia del cristianismo. Desde los tiempos de Nerón y el incendio de Roma, pasando por las persecuciones y las catacumbas, hasta hoy mismo. En menos de una semana fueron asesinados tres curas católicos en diferentes países del mundo. No en vano el teólogo y demógrafo católico, David Barreto, asegura que sólo en el siglo XX fueron asesinados 45 millones de cristianos, según cuenta Irene Hdez. Velasco en El Mundo.

Veinte siglos después de Nerón, los cristianos siguen siendo perseguidos en muchos lugares del mundo y siguen muriendo como mártires. El pasado domingo, un sacerdote italiano llamado Andrea Santero que se encontraba de rodillas rezando ante un altar era asesinado en Turquía de un tiro por un joven de 16 años que quería vengarse así por la publicación por parte de varios medios de comunicación europeos de unas caricaturas de Mahoma que muchos musulmanes consideran ofensivas.

«Tengo intención de abrirle un proceso de beatificación y de canonización. Estoy convencido de que en el sacrificio de don Andrea se dan todos los elementos del martirio cristiano», anunciaba ayer el cardenal Camilo Ruini durante los funerales en Roma del sacerdote.

El teólogo estadounidense David Barreto, director de la Enciclopedia del Mundo Cristiano y considerado como uno de los mayores demógrafos religiosos, considera que sólo en el siglo XX unos 45 millones de cristianos fueron asesinados en el mundo por motivos religiosos.«Con frecuencia se olvida que los cristianos son el grupo humano más perseguido del mundo en términos absolutos», señalaba en mayo pasado el cardenal Renato Martino durante la presentación del último Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo realizado por la organización Ayuda a la Iglesia.

En Sudán, por ejemplo, se considera «constitucional» la crucifixión de aquellos musulmanes que se convierten al cristianismo, según ha sentenciado el más alto tribunal del país. En Pakistán, un grupo compuesto por unas 20 personas atacaba el pasado lunes la iglesia católica Kawanlit, en el distrito di Sialkot, y le rompía las piernas a una mujer de 70 años y hería gravemente a otra de 50. En Arabia Saudí está prohibida la libertad de expresión a todas las religiones, menos al islam. De hecho Irán, Pakistán y Arabia Saudí son países que castigan con la cárcel y la tortura a quienes no acatan las leyes coránicas.

En Kosovo, entre 1999 y 2004, se calcula que fueron destruidos cerca de 150 edificios católicos entre iglesias, seminarios, conventos y palacios obispales, mientras que paralelamente han sido construidas 200 mezquitas. En Kano, la ciudad más grande de Nigeria septentrional, más de 200 personas murieron en el año 2004 en uno de los muchos encontronazos entre cristianos y musulmanes que se suelen registrar.

Y el clima de intolerancia contra los cristianos se ha agravado aún más en muchos países de mayoría islámica tras la polémica desatada por las viñetas de Mahoma. «Poco importa que los autores de esas caricaturas estén probablemente lejos de los principios cristianos. Para una minoría de musulmanes intransigentes, Occidente significa cristiandad porque conciben el mundo en términos de lucha entre religiones. Es difíciles hacerles entender que muchas leyes occidentales, desde el aborto al divorcio, son seculares», afirma en declaraciones al diario Il Corriere della Sera Salim Kalil Samir, un sacerdote jesuita de origen egipcio que da clases en el Pontificio Instituto Oriental de Roma y en la Universidad San José en Beirut.
China y Corea

Desde que en 1953 fuera instaurada la dictadura comunista en Corea del Norte, han desaparecido 300.000 cristianos. En China, los católicos son acusados de no ser «buenos ciudadanos». Beijing admite que, sólo en los últimos tres años, cerca de 230 funcionarios del Partido Comunista que se habían convertido al cristianismo han sido despedidos. Y sigue habiendo 19 obispos desaparecidos o secuestrados, nueve de los cuales se sabe que están encerrados en campos de trabajo, acusados de difundir «supersticiones feudales».De hecho a principios de 2005 murió monseñor Gao Kexian, un sacerdote encerrado durante cinco años y condenado a trabajos forzados por hacer proselitismo de la religión cristiana.

http://www.montfort.org.br

Beato Miguel Agustín Pro, mártir

jueves, 3 de febrero de 2011

BEATOS SANTIAGO DE SALES Y GUILLERMO SALTAMOQUIO († 1593)

Santiago de Sales, insigne teólogo, y Guillermo Saltamoquio, humilde hermano lego, ambos de la Compañía de Jesús, pertenecen al número de las víctimas de los hugonotes en las guerras religiosas de Francia de la segunda mitad del siglo XVI, y por haber sido sacrificados precisamente en defensa de la misa, son designados como mártires de la Eucaristía.

Santiago de Sales nació en marzo de 1556 en Leroux, diócesis de Clermont, en Francia. Su padre estaba en buenas relaciones con el obispo, por lo cual éste le sufragó los gastos para sus estudios en el colegio de Billom, de los jesuitas. A los cuatro años sintióse llamado a la Compañía de Jesús, y así, contando diecisiete de edad, entró en el noviciado. Después de su primera profesión, en 1575, obtuvo el diploma de maestro en Artes en el célebre colegio de Clermont y, ordenado sacerdote en abril de 1585, hizo finalmente la última profesión de cuatro votos, característica de la Compañía de Jesús. Destinado a la enseñanza de la filosofía en la universidad de Pont-a-Mousson, comenzó a brillar extraordinariamente por sus cualidades intelectuales, por lo cual, en 1587, por un privilegio especial, recibió la borla de doctor en teología.

Ya en este tiempo se distinguió de un modo especial por su encendido amor a la Eucaristía, a lo cual se añadía un ansia extraordinaria del martirio. Por esto, decidiese al fin a suplicar a sus superiores el destino a las Indias, a lo cual, según se refiere, le respondió el R. P. General, Claudio Aquaviva, que "él encontraría en Francia todo lo que podían ofrecerle las Indias". Bien pronto, pues, lo puso la obediencia en situación de ejercitar su celo apostólico. Habían pedido en 1590 desde Lyon un padre celoso y bien preparado teológicamente y, en efecto, fue enviado el padre Sales. Dio, pues, en Tournon un curso de teología, pero al mismo tiempo se industrió para ejercitar el apostolado, del que resultó la conversión del joven Claudio de Bane, quien, a su vez, fue luego decidido apóstol católico. Por otro lado, predicó una cuaresma en 1591 y comenzó a redactar un tratado teológico sobre la Eucaristía.

Hallábase, pues, el P. Santiago Sales en medio de los primeros fervores de su vida de profesor y apóstol, cuando en noviembre de 1592 fue enviado a Aubenas a petición del gobernador de la ciudad. Allí lo esperaba el ángel del Señor para premiarlo con la corona del martirio.

Su compañero de martirio, Guillermo Saltamoquio, era hijo de un sencillo comerciante italiano y de una madre francesa. Habiendo entrado en la Compañía de Jesús en el grado de coadjutor temporal, era sumamente sencillo, pero muy piadoso y entregado por completo al cumplimiento de los diversos empleos en que lo puso la obediencia. En esta forma había recorrido las casas de Pont-a-Mousson, Verdun y Lyon y había llegado poco antes a Tournon, donde la obediencia lo designó como compañero del P. Sales en su misión a Aubenas. A semejanza del P. Sales, distinguíase el ejemplar hermano por una especialísima y tierna devoción a la Sagrada Eucaristía.





Llegados a Aubenas ambos religiosos, fueron muy bien acogidos por el gobernador, si bien era bien conocido de todos que la población era uno de los baluartes de los hugonotes y que éstos se hallaban en gran excitación por el giro que iba tomando la cuestión religiosa en Francia, nada favorable a su causa. El domingo, día 29 de noviembre de 1592, el P. Santiago Sales comenzó sus conferencias o sermones, sabiendo perfectamente que entre sus oyentes había muchos hugonotes. La impresión que todos recibieron fue de una erudición pasmosa, pero juntamente de un gran respeto a la opinión de otros. Por esto, terminadas las predicaciones con gran satisfacción de todos, pidió el gobernador al P. Sales que continuara con ellos hasta la Cuaresma. Accedió a ello el padre, y durante este intervalo dio algunas misiones en las poblaciones vecinas, Largientiére, Chassiers y otras. En Ruoms se organizó una discusión pública entre el P. Sales y Pedro Labat, jefe local de los hugonotes, pero a última hora éste no compareció, por lo cual sus partidarios quedaron humillados.

Con todo esto, el ambiente, ya muy tenso, se fue cargando hasta lo sumo y llegó el momento de estallar. Los triunfos que iba obteniendo el jesuita P. Sales habían ido excitando más y más a Pedro Labat y a todos los hugonotes, muy poderosos en aquella región. Así, pues, ante el presentimiento de la nueva derrota que les aguardaba en aquella discusión, Labat no quiso presentarse, pero decidió dar rápidamente un golpe de mano. Movió, pues, al señor de Chambad, jefe de los hugonotes de Vivarais, para que, cayendo de repente sobre Aubenas, se apoderaran de la población y prendieran a los jesuitas. El P. Sales tuvo noticia o una especie de intuición de lo que les amenazaba. Volvió, pues, rápidamente a Aubenas y dedicóse con más celo que nunca a enfervorizar a los católicos y a la conversión de los herejes.

La tarde del 5 de febrero de 1593, después de muchos esfuerzos, obtuvo un gran triunfo con la conversión de una distinguida dama, Judith de la Teule, pero el sábado, 6 de febrero, en las primeras horas del día, el padre y el hermano fueron despertados por un gran griterío y estruendo de armas fuera de las murallas de la ciudad. Grandes pelotones de caballería hugonote estaban forzando la puerta. Al tener, pues, noticia de lo que estaba ocurriendo, el P. Sales y el hermano Saltamoquio acudieron con la mayor rapidez a la iglesia para impedir se cometiera ningún sacrilegio. El P. Sales dio la comunión al hermano y consumió lo que restaba.

Sea porque se abrieran camino por la fuerza, sea por la traición de alguno, los hugonotes realizaron su entrada en la población y, naturalmente, no tardaron mucho en descubrir al P. Sales, a quien con reconcentrado odio buscaban. Al punto fueron apresados los dos jesuitas. Mas como les exigieran que les entregaran todo el dinero y el padre no les diera más que unos sueldos, esto exasperó a los captores. Fueron, pues, arrastrados brutalmente y conducidos ante una especie de tribunal de ministros hugonotes o calvinistas, entre los cuales se encontraba Pedro Labat, quien, ciego de odio contra el P. Sales, quiso tomar de él sangrienta venganza.

Después de haberles colmado de toda clase de injurias y haberles hecho objeto del trato más indigno durante el resto del sábado y la noche siguiente, resolvieron celebrar su triunfo el domingo por medio de un simulacro de discusión teológica. Organizóse, en efecto, esta discusión. Labat dijo en ella todo lo que le vino a la boca, y cuando el P. Sales empezó a dar claras pruebas de su absoluta superioridad dialéctica y a tocar el tema dé la Eucaristía, se lanzaron como fieras sobre él, lo arrastraron fuera de la ciudad y martirizaron bárbaramente, disparando contra él a quemarropa un arcabuz.

Su compañero, Guillermo Saltamoquio, aunque el padre Sales le había indicado que escapara y tuvo oportunidad de hacerlo, no quiso separarse de su lado, proclamando que quería morir con él en defensa de la Eucaristía. Al caer mortalmente herido el P. Sales, la chusma se abalanzó contra ellos y sació su odio en sus cuerpos con las mayores brutalidades. El fiel hermano extendió sus brazos sobre el P. Sales, y cuando posteriormente se examinó su cuerpo, se vio que había recibido dieciséis heridas de diversas armas.

BERNARDINO LLORCA, S. I. - Mercaba.com

viernes, 28 de enero de 2011

El padre Jerzy Popiełuszko. Polacos celebran la beatificación de un sacerdote mártir del comunismo

El padre Jerzy Popiełuszko fue beatificado este domingo

VARSOVIA, lunes 7 de junio de 2010 (ZENIT.org) El padre Jerzy Popiełuszko “con las únicas armas espirituales de la verdad, de la justicia y de la caridad buscó mantener y testimoniar la libertad de su conciencia de ciudadano y sacerdote”.

Así lo dijo ayer monseñor Ángelo Amato, SDB, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, durante la misa de beatificación de este sacerdote polaco, que presidió en representación del Papa Benedicto XVI.

La beatificación se celebró en la plaza Maresciallo Józef Pilsudski de la ciudad polaca de Varsovia.

El padre Popiełuszko era el capellán de Solidarność (en español, Solidaridad), una federación sindical autónoma e independiente polaca, nacida de las luchas obreras y campesinas por la libertad sindical y en contra del Estado socialista. El sacerdote fue asesinado por el régimen comunista en 1984.

Multitudinaria misa

Antes de la misa, se rezó un rosario que fue presidido por Marianna Popiełuszko, madre del nuevo sacerdote beato.

En la celebración participaron fieles de diferentes lugares de Polonia, así como miembros de Solidarność.

En la plaza ondeaban las banderas de este sindicato y se percibía el entusiasmo y el fervor de los miles de fieles polacos.

Cerca de cien obispos, (varios de ellos arzobispos y cardenales), concelebraron esta eucaristía. Entre ellos se encontraba monseñor Wiliam Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

También los cardenales Stanisław Dziwisz, Józef Glemp, Franciszek Macharski, Henryk Gulbinowicz, Adam Maida y Kazimierz Świątek, así como el arzobispo Józef Kowalczyk, nuncio apostólico en Polonia, y el nuevo primado de ese país, monseñor Kazimierz Nycz, arzobispo de Varsovia.

Igualmente concelebraron algunos prelados de los países de República Checa, Lituania, Bielorrusia y Ucrania.

“El beato es el patrón de la solidaridad social y de todos los que dan testimonio de la verdad”, dijo en diálogo con ZENIT Janusz Śniadek, actual presidente de Solidarność.

Monseñor Amato aseguró en su homilía que el sacrificio de este sacerdote “no fue una derrota”. “Sus verdugos no pudieron asesinar la Verdad”, prosiguió el prelado.

“La trágica muerte de nuestro mártir, de hecho, fue el inicio de una conversión general de los corazones al Evangelio”, aseguró, y añadió que “la muerte de los mártires es, de hecho, la semilla para los cristianos”.

Después de la misa de beatificación, las reliquias del padre Popiełuszko fueron trasladadas en una procesión de 14 kilómetros.

Grano de trigo

El padre Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre en Okopy, provincia de Bialystok al noreste de Polonia.

En 1965 entró en el seminario mayor de Varsovia y al año siguiente prestó el servicio militar. Los comunistas desarrollaban una obra de adoctrinamiento antieclesial y antieligioso que buscaba retirar de los seminarios el mayor número de aspirantes.

En este tiempo, Popieluszko fue objeto de grandes persecuciones que comenzaron a debilitar su estado de salud.

Recibió la ordenación sacerdotal en 1972 por el entonces primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszyński.

En sus homilías, se caracterizaba por afrontar temas religiosos y espirituales. Recurría frecuentemente a la doctrina social de la Iglesia y así trataba también temas de actualidad.

El 19 de octubre fue secuestrado y asesinado por funcionarios del Servicio de Seguridad del régimen comunista. En su funeral, participaron más de mil sacerdotes y decenas de miles de fieles.

Su tumba se encuentra en la iglesia de San Etanislao Kostka, en la capital polaca, y ha sido visitada por unos 18 millones de peregrinos.



[Por Mariusz Frukacz, traducción del italiano por Carmen Elena Villa]

domingo, 16 de enero de 2011

Niña mártir de la Eucaristía inspira a un obispo

Por amor a la Eucaristía


Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña China de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los Comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al piso, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los comunistas se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró a la iglesia. Allí hizo una hora santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos).

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su hora santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heroico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró a tal grado que prometió a Dios que haría una hora santa de oración frente a Jesús Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESUS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.


Extracto de un artículo “Let the Son Shine" por el Rev. Martin Lucía

Fuente: Corazones.org

jueves, 9 de diciembre de 2010

188 mártires japoneses.

Persecución contra cristianos en la India

Jacobo el Mayor ,murio diez años después de la de Esteban.


Jacobo era hijo de Zebedeo, hermano mayor de Juan y pariente de nuestro Señor (su madre Salomé era prima hermana de María). El rey Herodes Agripa, recién designado gobernador de Judea, quiso congraciarse con los judíos, por lo cual suscitó una intensa persecución contra los dirigentes de la iglesia.
Clemente de Alejandría dice que cuando Jacobo estaba siendo conducido al lugar de su martirio, su acusador fue llevado al arrepentimiento, cayendo a sus pies para pedirle perdón, profesándose cristiano, y decidiendo que Jacobo no iba a recibir solo la corona del martirio. Por ello, ambos fueron decapitados juntos. Así recibió, resuelto y bien dispuesto el primer mártir apostólico, aquella copa que él le había dicho a nuestro Salvador que estaba dispuesto a beber. Su muerte tuvo lugar el 44 d.C., diez años después de la de Esteban.

Perpetua,una joven cartaginesa de 22 años


Eran los días del Imperio Romano. Perpetua era una joven cartaginesa de 22 años, recién casada con un hombre de alto rango. Fue arrestada por no aceptar ofrecer sacrificios al emperador, como era costumbre entre los romanos. En esos días, ella amamantaba a su pequeño niño.
Estando en la cárcel, vino a verla su padre (no se tiene noticias de que su esposo la haya visitado), quien le pidió por amor a sus padres, que abjurase de la fe cristiana. Ella le dijo, mostrándole un vaso: “¿Puedo llamar a este vaso otra cosa de lo que es? Seguramente que no. Así tampoco yo puedo dejar de llamarme cristiana, puesto que lo soy.” Poco después fue encerrada en un pequeño calabozo. Al verse privada de su hijo y del compañerismo de sus hermanos en la fe, y expuesta al trato brutal de los soldados, se sintió abrumada y tentada a retroceder. Perpetua consiguió que le trajesen el hijo a prisión, lo estrechó sobre su pecho y se consoló. Luego, sabiendo que tendría que morir, lo encomendó al cuidado de su madre, quien también era cristiana.
En la sala de audiencias, ella y otros cristianos confesaron resueltamente su fe en Jesucristo. Estando allí, su anciano padre entró en el recinto, con un esclavo que traía al niño en brazos, y le conjuró de tener piedad de su vejez y de la inocencia del pequeño. El gobernador le dijo: “Ten piedad de los cabellos blancos de tu padre; ten piedad de tu hijo, y sacrifica al emperador”. “No puedo”, fue la resuelta contestación de ella. “¿Eres cristiana?”, le preguntó el juez. “Sí, soy cristiana”, contestó. El juez entonces mandó que sacasen de la sala al anciano padre; pero sólo pudieron sacarle por la fuerza.
Todos fueron condenados a ser lanzados a las fieras del circo en la próxima festividad, que tendría lugar en el aniversario de la ascensión del emperador. El día de la ejecución, siguiendo una costumbre antigua, quisieron vestir a los hombres como sacerdotes de Júpiter, y a las mujeres como sacerdotisas de Ceres. Los mártires protestaron, alegando que morían por no someterse a esas abominaciones, y que era inicuo vestirlos así. La protesta fue tenida en cuenta y reconocida como justa.
Cuando llegó la hora señalada, el cortejo de mártires fue conducido al circo; Perpetua era la última. La tranquilidad de su alma se reflejaba en su rostro, lleno de una santa alegría. Antes del último momento se abrazaron y besaron como hermanos, y murieron animados por la dulce seguridad de la gloriosa inmortalidad.
Juan C. Varetto, La Marcha del Cristianismo

Los 26 mártires de Uganda


A fines del siglo XIX, unos misioneros católicos llegaron a Uganda (África) y comenzaron a evangelizar. Como fruto de su labor, muchos se convirtieron a la fe, incluso en el palacio del rey Muanga. Era conocido de todos que este rey era homosexual. Cuando el jefe del personal de mensajeros del palacio José Makasa se convirtió al cristianismo le hizo saber al rey que la Biblia condena totalmente la homosexualidad, declarándole que es un pecado merecedor de la muerte (Levítico 18), que es algo que va contra la naturaleza (Romanos 1:26), y que los que lo cometen no entrarán al reino de Dios (1 Corintios 6:10). Muanga, indignado, ordenó matar a Makasa por su osadía.
Al saber esta terrible noticia, los demás cristianos que trabajaban en el palacio, se aferraron con más fuerza a su fe. Poco después el rey Muanga pretendió seducir a un joven cristiano, Muafa, pero éste se negó a ello, diciéndole que su cuerpo era templo del Espíritu Santo. El rey averiguó quién le había enseñado al joven esa doctrina, y cuando lo supo, mandó a matar también a aquel cristiano.
Entretanto, Carlos Luanga, que sucedió a José Makasa en palacio, alentaba a los cristianos a ser fieles hasta la muerte.
El rey tenía como primer ministro al brujo Katikiro, el cual estaba disgustado porque los que se hacían cristianos ya no se dejaban engañar por sus brujerías. Entonces convenció al rey de que debía hacer morir a todos los cristianos.
Muanga reunió a todos sus mensajeros y empleados y les dijo: “De hoy en adelante queda totalmente prohibido, en mi reino, ser cristiano. Los que renuncien a serlo, quedarán libres; los que no, irán a la cárcel y a la muerte”. Y agregó: “Los que quieran seguir siendo cristianos darán un paso hacia delante”.
Carlos Luanga fue el primero en dar el paso; lo siguió Kisito, el más pequeño de los mensajeros, y 22 jóvenes más. Inmediatamente, entre golpes y humillaciones fueron llevados a prisión.
Más tarde, el rey los volvió a reunir y les preguntó: “¿Siguen decididos a seguir siendo cristianos?”. Ellos respondieron a coro: «Cristianos hasta la muerte». Entonces, por orden de Katikiro, fueron llevados muy lejos de allí. Después de haberlos tenido siete días en prisión, en medio de los más atroces sufrimientos, les ordenaron reunir la leña, y los envolvieron en esteras de juncos muy secos. Hicieron un inmenso montón de leña seca, los colocaron allí y les prendieron fuego. Entre las llamas salían sus voces aclamando a Cristo y cantando a Dios, hasta el último aliento de su vida.
Por el camino los verdugos se llevaron a dos mártires más. Uno por haber convertido a unos niños, y el otro por haber logrado que su esposa se hiciera cristiana. Ellos se unieron a los otros mártires, que en total de 26, murieron por defender su fe y su castidad.

viernes, 26 de noviembre de 2010

En el dia de la Medalla Milagrosa quiero homenajear a San Maximiliano Kolbe, martir

Vida y milagros de San Maximiliano María Kolbe

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San Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola (Pabiance), que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria, y estando en el seminario adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.

Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la Fe Catolica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo.

Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual "Caballero de la Inmaculada", orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con un Tiraje de 500 ejemplares en 1922, para 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares.

En 1929 funda la primera "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que al paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen.

En 1931, luego de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario. En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y 3 años más tarde, en plena II Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción.

Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio.

En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal: como un número; a San Max le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estadía en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros.

La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Max escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros al hazar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Max, casado y con hijos. San Max, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Max es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros.

Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941

En 1973 Paulo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo Segundo lo canoniza como Mártir de la Caridad.

(Fuente: corazones.org)

martes, 23 de noviembre de 2010

Beato José Luis Sánchez del RíoAdolescente de 14 años da su vida por Cristo y la Iglesia

. Nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo (Michoacán, México). Lo asesinaron durante la guerra cristera en su ciudad natal, el 10 de febrero de 1928 «por odio a la fe».  Se mantuvo fiel a Cristo y a su Iglesia.   Beatificado el 20 de noviembre, 2005 junto con trece mexicanos mártires de la persecución religiosa de la segunda década del siglo XX.

vida por vida - San Maximiliano Kolbe 1

Paul Louis Landsberg y los mártires del s. XX



 

No hay que profanar el ¨Sagrado Santuario¨ que alberga el camposanto de los mártires cristianos que revivieron la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, dando su Testimonio de Fe, no hay amor más grande, y siempre nos recuerdan que debemos respetar y proteger la vida humana, son dignos herederos de una incuestionable inocencia que no debe ser juzgada con voces hirientes que acusan y ofenden su eterno descanso, el tiempo les hará justicia. No les olvidaremos.

In Memoriam.

Junto a los miles de víctimas sin nombre y de los mártires por Cristo y por la Iglesia se yerguen personajes cuyos nombres se han convertido para todos en ejemplo: Alfred Delp, Padre Maximiliano Kolbe, Rupert Mayer, Edith Stein, Hermann Joseph Wehrle, Domprediger Maier, Paul Louis Landsberg, ... Todos ellos acabaron en la mira de sus verdugos por su propia fe y por su entrega incondicional a Jesucristo.

El Padre Rupert Mayer: "Enfermo gravemente a consecuencia de una herida recibida durante la guerra en el momento en que administraba el viático, se opuso abierta y valerosamente contra quienes atropellaron los derechos de la Iglesia y de la libertad, y por ello sufrió las atrocidades del campo de concentración y exterminio".

Dietrich Bonhoeffer, teólogo mártir en los campos de concentración nazis, en la Navidad de 1943 compuso una plegaria para otros presos, conocida con el nombre de "la oración de la mañana": "Estoy solo, pero tu no me abandonas; estoy asustado, pero junto a ti tengo auxilio, estoy inquieto pero junto a ti está la paz; …no entiendo tus caminos, pero tú conoces mi camino" ("Resistenza e resa" a cura di A. Gallas, Ed. Paoline, Cinisello Balsamo, año 1988, p. 238).

Maximiliano María Kolbe (1894 - 1941), fraile conventual, confesor y mártir...nacido en 1894 en Lódz (Polonia), fundador de la ¨Milicia de María Inmaculada¨en Roma (1917), ordenado sacerdote en 1918, fundador de la ¨Ciudad de Inmaculada¨ en Niepokalanów (Polonia) y en Mugenzai-No-Sono (Japón). El 14 de agosto de 1941, murió en un barracón del ¨Campo de concentración y exterminio de Auschwitz¨, tras salvar la vida de un padre de familia que iba a ocupar su lugar, víctima de una eutanasia contra su voluntad, por inyección letal, hambre y sed. Es beatificado por Pablo VI el 17 de Octubre de 1971, y proclamado Santo por Juan Pablo II, el 10 de Octubre de 1982...

Réquiem in Pace.

Paul Louis Landsberg (1901-1944). Fue profesor de la Universidad de Bonn. Su lucha contra el nazismo le obligaría a huir de Alemania unos días antes de la subida de Hitler al poder. Tras dos años impartiendo la docencia en Madrid y Barcelona se instalará en Francia, donde se vincula al movimiento Espirit en 1936 fundado por Emmanuel Mounier. Fue amigo y discípulo de Max Scheler y, como él, cristiano. Deportado en 1943 por su origen judío, murió de extenuación en el campo de concentración de Oraniemburg en 1944.

Nuestro amigo Paul, ya tocó el límite en carne propia de lo que la vida le da o le quita. En el papel borrador de su escritorio se leía con prolijidad y perplejidad: " En mi camino arenoso no encuentro flores. De vez en cuando encuentro pequeñas piedras blancas".

A decir verdad, la vida de Paul está en el punto máximo que un ser humano pueda tolerar. Ya esta era la segunda vez que escapaba de un país que le era adverso a sus ideales. Él o su persona eran una amenaza para la seguridad del país donde estaba. Pero ya no toleraba más sentirse perseguido las veinticuatro horas. Sobrellevaba su vida con desesperación, ya que si lo atrapaban sería primero el camino de la tortura, luego el de los trabajos forzados, puede que luego de un pelotón de fusilamiento y toda clase de humillaciones que un ser humano nunca podría tolerar.

En el bolsillo interior de su saco tenía un frasco de veneno, fruto de pactos con colegas de lucha que sería usado en caso de ser descubierto para no declarar al Führer, al nazismo que lo buscaba por cielo y tierra.

Este frío viernes en Paris lo encerró como en un navío, solo, en el mar de su habitación. Entre lecturas, recuerdos y encontrar un hilo conductor que lo ayudara a hilar el futuro.

El frasquito convivía con él, como un pasaporte, un salvoconducto para salirse de escena para evitar lo peor. Muchos filósofos, hombres de letras y amigos de lucha contra el régimen lo tuvieron que usar. Paul lo analizaba como que no tenían otra alternativa y así lo justificaba. Aún siendo católico no alababa la conducta suicida, pero si lo tenía como recaudo en el interior del bolsillo de su saco. Después de huir de Franco, ya estaba más que harto de esconderse desde el año 34, cuatro días antes que el Führer asumiera el poder total en Alemania. Abandonó la Universidad de Boon y se refugió en España, todo un cambio terrible. Él tenía por arma su pluma, su escudo era el estratégico cambio de residencia y su salvoconducto el frasco en su bolsillo.

Esta noche cavilaba sobre la terrible noticia de la muerte de su amigo Marx, que los nazis lo habían llevado a Polonia y murió en la cámara de gas. Se decía:

"Que personal es la muerte, me marca como un hierro candente sobre mi corazón, es como una explosión que hace estallar en mil pedazos los esquemas sobre mis creencias y preconceptos, poniéndome a prueba por la experiencia en mi piel de su muerte y exaltando por la amenaza de la desesperanza que esta noticia secreta manifiesta en mí".

El tenía la certeza de que Jesús lo comprendía, es más, pensaba que Jesús (quién llevó la verdad al mayor de los extremos) convivía cotidianamente con él. Aunque todas o casi todas sus cavilaciones terminaban en el límite de su saco. Pensó por que Marx no usó este salvoconducto. Comentaba esta carta que se dejó llevar sin resistencia y no tuvo intención de salir por el lado de la muerte por mano propia, ya que todos nos habíamos propuesto este remedio.

La noche era límite, los sentimientos lo hacían sudar, llorar y los recuerdos no lo dejaban en paz y se decía así mismo:

"Si me vienen a buscar estoy totalmente decidido a suicidarme, no quiero ser humillado, dispondré de mi vida, soy libre y si me mato más libre aún. ¡Que intrusa es la muerte¡. ¡Cómo duele morir de a poco¡. Es como que me faltara chocar contra la eternidad y de un salto salir de escena. Sería como usar mi omnipotencia para huir de esta impotencia que me acorrala día a día".

Después de horas, saca uno de sus libros de San Agustín y busca luces para iluminar esta noche donde el hecho de ser perseguido a muerte, torna su búsqueda espiritual un sentido al sin sentido de morir.

Paul se escuchaba en San Agustín: "Qué dolor entenebrecía mi corazón; y todo lo que miraba era muerte. Y la patria me era un suplicio; y la casa paterna un horror extraño; y todo aquello que hube en común con él me era crucifixión atroz sin él. Mis ojos le requerían por doquier, y no me era dado; y odiaba todas las cosas porque no lo tenía y porque eran incapaces de decirme: "Espera, que vendrá", como cuando, en vida, estaba ausente. Yo mismo me había vuelto un gran interrogante para mí, y le preguntaba a mi alma por que estaba triste, y por qué me conturbaba tan fuertemente: y ella no sabía qué responder. Y cuando yo le decía: "Espera en Dios", con razón no obedecía: porque el hombre queridísimo al que había perdido era más verdadero y mejor que ese fantasma en el que se le mandaba esperar. Las solas lágrimas me eran dulces y había sucedido a mi amigo en las delicias de mi corazón (Confesiones IV, 4. San Agustín) " .

Era ya de madrugada, sentía cada palabra como una daga y notaba en una angustiosa realidad que percibía que la vida, su vida empezaba a dudar de sí misma. Esto lo paralizaba lo hacía muy vulnerable y por más católico que se sintiera le exigía a Dios que fuera su Esperanza. Pero todo terminaba en su interior cuando se tocaba el saco y notaba algo que lo haría regresar al Seno Materno, a la Madre Tierra, a esa oscuridad fetal, ese Eterno nacer que lo llevaría como una liviana semilla de Eternidad.

Navegando, como un marinero en medio de su propia tormenta, timoneando en una guerra que lo desfiguraría en su condición humana, se encontró una noche con Jesús que le decía: "Soy el camino, la verdad y la vida".

Esta experiencia al límite de toda vulnerabilidad, le trajo Paz, que tanto anhelaba. Se sintió que no estaba solo ni abandonado en medio de semejante guerra mundial. Percibía con más claridad que esta guerra, la cual él tanto combatió y de la que se sentía parte lo obligaba a una experiencia "espiritual".

Con suma crudeza experimentó ese Cristo roto y crucificado, como así ahora la noticia de la muerte de otro amigo, Walter, en el campo de exterminio nazi, sin que se opusiera a ese destino por la vía del suicidio. Le hizo comprender que no es lo mismo "matarse para evitar la cruz", que "evitar el sacrificio de la cruz". Esto ya no era en él una reflexión filosófica, era un recorrido personal y espiritual.

Esa misma noche, ya de madrugada, en el otoño parisino, sintió ese impulso que le dió mucho alivio y liberó su deseo. Tomó su chaqueta, introdujo suavemente su mano, pudo asir el frasquito de veneno, que lo acompañó por casi una década, se dirigió al tacho de residuos y lo despachó.

Ya sentado en el sillón del escritorio con gran alivio espiritual durmió profundamente, como hacía tiempo no lograba.

Esa misma noche se leía en sus escritos personales: "El hombre es el ser que puede darse muerte así mismo y que no debe hacerlo...". "Sé, que esta vida sobrepasa mis fuerzas, pero tu Espíritu Santo es el alimento en medio de este bravo mar". Acorralado, pero paradójicamente liberado, deseaba morir. Pero decía a imitación de Cristo: "Que se haga tu voluntad y no la mía". Y percibió un profundo cambio sobre la imagen que tenía de Dios, ya no era un amo, como el amo de un esclavo. Lo experimentaba como un Padre. Un Padre que lo amaba infinitamente y con una sabiduría infinita.

Nuestro amigo Paul comprendió en carne propia una de las paradojas más grandes del cristianismo al preferir el martirio al suicidio. Y ya no era que se negaba al suicidio por un cobarde apego a la vida, sino por que encontraba una beatitud extraña el hecho de seguir el ejemplo de Cristo.

El abandonar el frasco, lo liberó y lo identificó con Cristo de tal forma que podemos decir que Paul es un verdadero testigo del cristianismo. Antes de cerrar su libro de anotaciones personales, por la tarde, para dirigirse por última vez a la universidad, se leía: "..debo cargar con la cruz alimentada por una fuerza desconocida que viene del centro del amor divino. No debo matarme, por que no debo arrojar mi cruz...".

Su Santidad el Papa Benedicto XVI

Su Santidad el Papa Benedicto XVI
el viernes 17 de septiembre del 2010 y aprecia los nichos de los mártires del siglo XX, incluyendo a Mons. Romero Abadía de Westminster en Londres