Seguidores

lunes, 12 de noviembre de 2012




¿Qué es un mártir?


Por el R. P. Muñoz

La palabra mártir viene del griego y significa testigo. Es utilizada por la Iglesia Católica para indicar a los que mueren por Cristo. Hoy se quiere emplear esta palabra para los que mueren por un ideal político, social, religioso o caritativo... Nada más inadecuado: pueden ser héroes, campeones o adalides, pero nunca mártires.
Para ser mártir se requieren las siguientes condiciones:
• por parte del perseguidor que mate a otro "per odium fidei" es decir, por odio a la Fe Católica o a una virtud cristiana. La enfermera que da su vida por cuidar a un enfermo es una heroína pero no una mártir, porque no la matan por odio a la Fe.
• por parte del que muere que sufra con absoluta pasividad, es decir, sin oponer resistencia alguna. Así, el que muere por la Patria es héroe, pero no mártir, porque muere defendiendo su vida.
• que sufra por amor a Jesucristo: por guardar los Mandamientos, por conservar la castidad, por no blasfemar... es decir por ser fiel a la Fe Católica. No se trata de sufrir o morir simplemente, sino de hacerlo por amor de Dios; por eso dice S. Agustín: “Martyrem non fecit pœna, sed causa”: es decir, no es la pena sino la causa lo que hace al mártir.
La virtudes más salientes y características de un mártir son: una paciencia a toda prueba, una fe heroica, una esperanza triunfal, una valentía excepcional y un amor ardoroso a Dios, a Jesucristo y a la Virgen María.
El mártir da testimonio de su Fe con su sangre, es decir, con el sacrificio de su vida. Esto supone dos cosas: estar convencido firmemente de la verdad de Dios y tenerle un gran amor. Niños, muchachos, delicadas vírgenes, adultos, ancianos, padecían horrorosos tormentos durante horas, durante días; sufrían en silencio, muchas veces jubilosos, dando testimonio con su sangre de su Fe y Amor a Dios.
Efectos del martirio
Son los siguientes:
• constituye el “bautismo de sangre” para quienes mueren sin haber recibido este sacramento.
• borra todos los pecados mortales cometidos.
• borra todos los pecados veniales y toda pena temporal (libra, por tanto, del Purgatorio).
• añade a su triunfo una “aureola” peculiar en el cielo.

Es tan grande el martirio que basta demostrar que uno ha sido mártir para ser canonizado sin necesidad de milagros, porque ha dado la prueba mayor de amor a Dios que es dar su vida por Él.. 

martes, 17 de abril de 2012

Epitafios de Mártires Cristianos.Ultimas palabras expresada por algunos de los martires:



“Señor Dios, estos hombres me van a quitar toda una vida llena de miseria, pero tú me vas a dar vida eterna.”
Maurice Blanc
Martirizado en Merindol en el año 1547


“Soy el trigo de Cristo; voy a ser molido con los dientes de fieras salvajes para que pueda ser hallado pan puro”.
Ignacio (Obispo de Antioquia, sucesor de Pedro )
Minutos antes de ser arrojado a las fieras.

“No es nada nuevo para ti, OH Todopoderoso Jesús, detener los cursos de los ríos, ni hacer que alguien camine sobre el agua, como hiciste con tu siervo Pedro; el pueblo ya ha visto la prueba de tu poder en mí, concédeme ahora que dé mi vida por tu causa, OH mi Dios”.
Quirino (Obispo de Siscia)
Antes de ser arrojado al río Danubio con una piedra atada al cuello.


“¡Mis doctrinas! No sostengo doctrinas propias; lo que predico son las doctrinas de Cristo, y por estas daré mi sangre, me consideraré feliz de poder padecer por causa de mi Redentor.”
Dominico (Erudito militar y evangelista protestante)
Antes de morir martirizado en Italia .

“Cuando el hombre sea capaz de comer y digerir una sólida piedra entonces se desvanecerá la religión por la que voy a sufrir, y no antes.”
Catelin Girard
Antes de ser quemado en la hoguera.

“Venid aquí, y prended el fuego delante de mi cara; si le hubiera temido a las llamas, no habría venido a este lugar… A ti, OH Cristo, te ofrezco esta alma en llamas.”
Jerónimo de Fraga
Antes de ser quemado en la hoguera.







Policarpo, el venerable obispo de Esmirna, se ocultó al oír que le estaban buscando, pero fue descubierto por un niño. Tras dar una comida a los guardas que le habían prendido, les pidió una hora de oración, lo que le permitieron, y oró con tal fervor que los guardas que le habían arrestado sintieron haberio hecho. Sin embargo, lo llevaron ante el procónsul, y fue condenado y quemado en la plaza del mercado.


El procónsul le apremió, diciendo: «Jura, y te daré la libertad: Blasfema contra Cristo.»


Policarpo le respondió: «Durante ochenta y seis años le he servido, y nunca me ha hecho mal alguno: ¿Cómo voy yo a blasfemar contra mi Rey, que me ha salvado?» En la estaca fue sólo atado, y no clavado como era costumbre, porque les aseguró que se iba a quedar inmóvil; al encenderse la hoguera, las llamas rodearon su cuerpo, como un arco, sin tocarlo; entonces dieron orden al verdugo que lo traspasara con una espada, con lo que manó tal cantidad de sangre que apagó el fuego. Sin embargo se dio orden, por instigación de los enemigos del Evangelio, especialmente judíos, de que su cuerpo fuera consumido en la hoguera, y la petición de sus amigos, que querían darle cristiana sepultura, fue rechazada. Sin embargo, recogieron sus huesos ...y los hicieron enterrar decentemente.

La Mirada Serena. Beato Martín Martínez Pascual. Entrego su vida como martir al grito de CRISTO REY

Beato Martín Martínez Pascual. Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel y diócesis de Zaragoza, el 11 de noviembre de 1910.

Su vocación surgió del contacto con un sacerdote ejemplar, D. Mariano Portolés, que suscitó muchas vocaciones en Valdealgorfa. Este sacerdote cultivaba con esmero los gérmenes de vocación y acompañaba a los seminaristas en vacaciones.

De niño entró en el Seminario de Belchite y luego continuó en el Seminario mayor de Zaragoza donde hizo todos los estudios, salvo el último curso 1934-35, que ya había ingresado en la Hermandad. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1935. Fue destinado como formador al Colegio de San José de Murcia y como profesor del Seminario diocesano de San Fulgencio.

Terminado el curso, hizo los ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de julio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo y allí le sorprendió la persecución.

El 26 de julio, avisado de que lo buscaban para matarlo, se escondió en casa de algunas familias amigas. Más tarde huyó a una finca a tres kilómetros del pueblo y se ocultó en una cueva.

El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”, decía.

Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.

PROCESO DE BEATIFICACIÓN

Hace varios años que fueron beatificados nueve Sacerdotes Operarios, de los treinta que fueron martirizados en la guerra civil española por los años treinta del siglo pasado.

Fue un gran gozo para la Hermandad y sus amigos comprobar que la Iglesia proclamaba solemnemente que estos nueve sacerdotes dieron su vida por Cristo y que fueron inmolados por el solo hecho de ser sacerdotes, considerándolos como auténticos mártires.

Con el decreto de beatificación el Papa autoriza que sean venerados públicamente, como se viene haciendo desde entonces, sobre todo en las comunidades especialmente vinculadas con cada uno de ellos.

El grupo estaba encabezado por el Beato Pedro Ruiz de los Paños, Director General de la Hermandad y fundador de la congregación religiosa, de carácter vocacional, «Discípulas de Jesús», acompañado por ocho compañeros, entre los cuales destacan cinco Rectores de otros tantos Seminarios españoles.

Pero la beatificación es sólo el primer paso hacia la canonización o glorificación definitiva de los mártires que lleva consigo su proyección a la Iglesia universal, en cuanto al culto y veneración que merecerían recibir por todos los cristianos. Por ello, no nos podemos contentar con admirar a estos héroes de la fe, que ofrendaron su vida al Señor, como testigos de su sacerdocio. Hemos de acudir a su intercesión, para conseguir el milagro, que les haga merecedores del reconocimiento de la Iglesia para su canonización.

ORACION PARA OBTENER GRACIAS

Padre de bondad,
que con la sangre de tus sacerdotes
Pedro Ruiz de los Paños y compañeros,
fecundaste su labor apostólica,
orientada de manera especial a la formación sacerdotal,
concédenos, por su intercesión,
abundantes vocaciones para dispensar tus misterios,
fidelidad en el servicio de tu Reino,
y la gracia que te pedimos por su intercesión.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

JOAQUÍN MARIA AYALA ASTOR Sacerdote Martir 1936


Natural de Novelda (Alicante). Nació el 26 de julio de 1878. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de marzo de 1901. Doctorado en Sagrada Teología, mientras obtenía el grado de Doctor en la Facultad de Derecho Canónico en Toledo, ejercía su docencia en el Seminario de dicha ciudad, en las Escuelas Normales de Magisterio y en el Instituto.
Ejerció el ministerio en varias parroquias de Albacete. En 1911 obtuvo la canonjía doctoral de la Catedral de Cuenca.
En Cuenca estableció la Obra de las Marías y de los Discípulos de San Juan; creó los periódicos La Voz del Catecismo y El Sagrario.
El obispo mártir Don Cruz Laplana puso en sus manos la obra más trascendente de su Diócesis, el Seminario Conciliar de San Julián. En el curso 1922-23 quedaba encargado de la dirección de dicho Centro.
Cuando empezó la persecución religiosa, ya en mayo de 1936, se había decidido su asesinato, del que providencialmente se libró.
Don Joaquín fue denunciado ante un miliciano encargado de encontrarle y pronto dieron con él. El Señor Rector del Seminario se encontraba en Villalba dEl Rey (Cuenca), en una accidental hospedería en la que, unos días antes, había bautizado a un niño y animaba a la vocación sacerdotal a uno de los hijos de la casa. El diálogo se interrumpió bruscamente cuando el dueño de la casa apareció por la puerta gritando: ¡Huya usted, Don Joaquín, que vienen a matarle! Para no comprometer a la familia, salió precipitadamente y se escondió en El barranco, en medio de la campiña. Después de una búsqueda intensa, fue descubierto por los milicianos, y, al salir de una pequeña cueva en donde se había cobijado, recibió en sus carnes una lluvia de plomo.
Después, su cadáver fue despojado de todo; el cuerpo sangrante yacía en el camino cubierto con una blusa que alguien había dejado caer sobre él. Luego, el vecino de Villalba del Rey que le hospedaba en su casa lo trasladó con su volquete al estrecho cementerio del pueblo, en la misma tarde del 18 de agosto de 1936, día en que Don Joaquín María había sido asesinado.

Su Santidad el Papa Benedicto XVI

Su Santidad el Papa Benedicto XVI
el viernes 17 de septiembre del 2010 y aprecia los nichos de los mártires del siglo XX, incluyendo a Mons. Romero Abadía de Westminster en Londres