Beato Martín Martínez Pascual. Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel y diócesis de Zaragoza, el 11 de noviembre de 1910.
Su vocación surgió del contacto con un sacerdote ejemplar, D. Mariano Portolés, que suscitó muchas vocaciones en Valdealgorfa. Este sacerdote cultivaba con esmero los gérmenes de vocación y acompañaba a los seminaristas en vacaciones.
De niño entró en el Seminario de Belchite y luego continuó en el Seminario mayor de Zaragoza donde hizo todos los estudios, salvo el último curso 1934-35, que ya había ingresado en la Hermandad. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1935. Fue destinado como formador al Colegio de San José de Murcia y como profesor del Seminario diocesano de San Fulgencio.
Terminado el curso, hizo los ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de julio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo y allí le sorprendió la persecución.
El 26 de julio, avisado de que lo buscaban para matarlo, se escondió en casa de algunas familias amigas. Más tarde huyó a una finca a tres kilómetros del pueblo y se ocultó en una cueva.
El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”, decía.
Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.
PROCESO DE BEATIFICACIÓN
Hace varios años que fueron beatificados nueve Sacerdotes Operarios, de los treinta que fueron martirizados en la guerra civil española por los años treinta del siglo pasado.
Fue un gran gozo para la Hermandad y sus amigos comprobar que la Iglesia proclamaba solemnemente que estos nueve sacerdotes dieron su vida por Cristo y que fueron inmolados por el solo hecho de ser sacerdotes, considerándolos como auténticos mártires.
Con el decreto de beatificación el Papa autoriza que sean venerados públicamente, como se viene haciendo desde entonces, sobre todo en las comunidades especialmente vinculadas con cada uno de ellos.
El grupo estaba encabezado por el Beato Pedro Ruiz de los Paños, Director General de la Hermandad y fundador de la congregación religiosa, de carácter vocacional, «Discípulas de Jesús», acompañado por ocho compañeros, entre los cuales destacan cinco Rectores de otros tantos Seminarios españoles.
Pero la beatificación es sólo el primer paso hacia la canonización o glorificación definitiva de los mártires que lleva consigo su proyección a la Iglesia universal, en cuanto al culto y veneración que merecerían recibir por todos los cristianos. Por ello, no nos podemos contentar con admirar a estos héroes de la fe, que ofrendaron su vida al Señor, como testigos de su sacerdocio. Hemos de acudir a su intercesión, para conseguir el milagro, que les haga merecedores del reconocimiento de la Iglesia para su canonización.
ORACION PARA OBTENER GRACIAS
Padre de bondad,
que con la sangre de tus sacerdotes
Pedro Ruiz de los Paños y compañeros,
fecundaste su labor apostólica,
orientada de manera especial a la formación sacerdotal,
concédenos, por su intercesión,
abundantes vocaciones para dispensar tus misterios,
fidelidad en el servicio de tu Reino,
y la gracia que te pedimos por su intercesión.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CREO
Hace 7 años
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