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viernes, 28 de enero de 2011

El padre Jerzy Popiełuszko. Polacos celebran la beatificación de un sacerdote mártir del comunismo

El padre Jerzy Popiełuszko fue beatificado este domingo

VARSOVIA, lunes 7 de junio de 2010 (ZENIT.org) El padre Jerzy Popiełuszko “con las únicas armas espirituales de la verdad, de la justicia y de la caridad buscó mantener y testimoniar la libertad de su conciencia de ciudadano y sacerdote”.

Así lo dijo ayer monseñor Ángelo Amato, SDB, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, durante la misa de beatificación de este sacerdote polaco, que presidió en representación del Papa Benedicto XVI.

La beatificación se celebró en la plaza Maresciallo Józef Pilsudski de la ciudad polaca de Varsovia.

El padre Popiełuszko era el capellán de Solidarność (en español, Solidaridad), una federación sindical autónoma e independiente polaca, nacida de las luchas obreras y campesinas por la libertad sindical y en contra del Estado socialista. El sacerdote fue asesinado por el régimen comunista en 1984.

Multitudinaria misa

Antes de la misa, se rezó un rosario que fue presidido por Marianna Popiełuszko, madre del nuevo sacerdote beato.

En la celebración participaron fieles de diferentes lugares de Polonia, así como miembros de Solidarność.

En la plaza ondeaban las banderas de este sindicato y se percibía el entusiasmo y el fervor de los miles de fieles polacos.

Cerca de cien obispos, (varios de ellos arzobispos y cardenales), concelebraron esta eucaristía. Entre ellos se encontraba monseñor Wiliam Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

También los cardenales Stanisław Dziwisz, Józef Glemp, Franciszek Macharski, Henryk Gulbinowicz, Adam Maida y Kazimierz Świątek, así como el arzobispo Józef Kowalczyk, nuncio apostólico en Polonia, y el nuevo primado de ese país, monseñor Kazimierz Nycz, arzobispo de Varsovia.

Igualmente concelebraron algunos prelados de los países de República Checa, Lituania, Bielorrusia y Ucrania.

“El beato es el patrón de la solidaridad social y de todos los que dan testimonio de la verdad”, dijo en diálogo con ZENIT Janusz Śniadek, actual presidente de Solidarność.

Monseñor Amato aseguró en su homilía que el sacrificio de este sacerdote “no fue una derrota”. “Sus verdugos no pudieron asesinar la Verdad”, prosiguió el prelado.

“La trágica muerte de nuestro mártir, de hecho, fue el inicio de una conversión general de los corazones al Evangelio”, aseguró, y añadió que “la muerte de los mártires es, de hecho, la semilla para los cristianos”.

Después de la misa de beatificación, las reliquias del padre Popiełuszko fueron trasladadas en una procesión de 14 kilómetros.

Grano de trigo

El padre Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre en Okopy, provincia de Bialystok al noreste de Polonia.

En 1965 entró en el seminario mayor de Varsovia y al año siguiente prestó el servicio militar. Los comunistas desarrollaban una obra de adoctrinamiento antieclesial y antieligioso que buscaba retirar de los seminarios el mayor número de aspirantes.

En este tiempo, Popieluszko fue objeto de grandes persecuciones que comenzaron a debilitar su estado de salud.

Recibió la ordenación sacerdotal en 1972 por el entonces primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszyński.

En sus homilías, se caracterizaba por afrontar temas religiosos y espirituales. Recurría frecuentemente a la doctrina social de la Iglesia y así trataba también temas de actualidad.

El 19 de octubre fue secuestrado y asesinado por funcionarios del Servicio de Seguridad del régimen comunista. En su funeral, participaron más de mil sacerdotes y decenas de miles de fieles.

Su tumba se encuentra en la iglesia de San Etanislao Kostka, en la capital polaca, y ha sido visitada por unos 18 millones de peregrinos.



[Por Mariusz Frukacz, traducción del italiano por Carmen Elena Villa]

domingo, 16 de enero de 2011

Niña mártir de la Eucaristía inspira a un obispo

Por amor a la Eucaristía


Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña China de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los Comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al piso, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los comunistas se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró a la iglesia. Allí hizo una hora santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos).

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su hora santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heroico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró a tal grado que prometió a Dios que haría una hora santa de oración frente a Jesús Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESUS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.


Extracto de un artículo “Let the Son Shine" por el Rev. Martin Lucía

Fuente: Corazones.org

Su Santidad el Papa Benedicto XVI

Su Santidad el Papa Benedicto XVI
el viernes 17 de septiembre del 2010 y aprecia los nichos de los mártires del siglo XX, incluyendo a Mons. Romero Abadía de Westminster en Londres