Seguidores

martes, 12 de abril de 2011

Mártires de los jesuitas de la UCA de San Salvador Martires de la UCA 16 de noviembre de 1989

 






Amando López
Amando López (53), nace en España, estudia Teología en 
Irlanda y obtiene el doctorado en Ciencias de la Religión en 
Francia. Rector del seminario arquidiocesano de San Salvador, 
donde introduce reformas sustanciales. Más tarde, rector del 
colegio Centroamérica y de la UCA de Managua, en Nicarag
ua. Su carisma es el don de consejo, la alegría, la ternura.
Ignacio Martín-Baró (Nacho)
Ingacio "Nacho" Martí-Baró (47), español, novicio en El Sal
vador y estudiante de Humanidades y Filosofía en E
cuador y Colombia, de Teología en Alemania y Bélgica. 
En la UCA obtiene la licenciatura en Psicología Social y
el doctorado en Estados Unidos. Publica once libros e i
ncontables artículos. Vicerrector académico, maestro d
e psicólogos salvadoreños, vive atento a la problemática 
del pobre, a las consecuencias psicosociales de la violencia, a la religiosidad liberadora.
Ignacio Ellacuría
Ignacio Ellacuria (59), nacido español, salvadoreño 
como sus compañeros de martirio, desde los 19 años, en el 
noviciado de Santa Tecla. Doctor en Filosofía, teólogo, r
ector de la UCA desde hacía diez años. Su rigor i
ntelectual, su claridad en el análisis de la realidad, su 
creatividad para soluciones profundas e inmediatas, lo hacen 
interlocutor obligado de religiosos, intelectuales y políticos y su fama 
trasciende las fronteras centroamericanas. Invitado a 
congresos, conferencias, a recibir premios en el exterior, 
Ellacu", como le dicen, aprovecha toda ocasión para ser 
portavoz de su pueblo clamando justicia.
Joaquín López y López
Joaquín López y López (71), el único salvadoreño nativo. 
Estudia en Estados Unidos y España. Su vida transcurre 
entre el colegio San José y la UCA de los primeros tiempos 
y en los últimos veinte años en "Fe y Alegría". Gracias 
a esta institución cuarenta y ocho mil niños y 
adolescentes, en treinta centros, reciben educación y formación técnica.
Segundo Montes
Segundo Montes, (56), español. Doctor en Antropología 
Social, educador por vocación, escritor. Desde 1984 s
e dedica incansablemente a los desplazados de guerra, a
quienes visita en Honduras, Nicaragua y Estados Unidos. 
Su trabajo científico y humanitario atrae la atención internac
ional. Sus escritos y conferencias desnudan la cruda r
ealidad salvadoreña.
Juan Ramón Moreno Pardo (Pardito)
Juan Ramón Moreno Pardo (56), español. Estudia Filosofía en
Ecuador y Teología en Estados Unidos. Su inteligencia y a
gudeza le permiten adquirir una vasta cultura. 
Es formador de estudiantes, seminaristas, novicios y 
un incansable predicador de ejercicios espirituales.

 
Elba Julia Ramos e sua figlia Celina Maricet Ramos
Trabajadoras domésticas de la universidad. Julia Elba Ramos (42), madre de dos hijos y esposa de Obdulio, el casero de la c
omunidad, es discreta, intuitiva, dispuesta siempre para el s
ervicio, su risa alegra la cocina y el ánimo de todos. 
Celina Ramos (16), hija de Julia y Obdulio, recién t
ermina el bachillerato. Es activa, deportista, está 
enamorada y próxima a casarse. Esa noche, por temor, 
duermen en la casa de la comunidad.

El Papa: La Eucaristía, presencia real de Cristo

es

CIUDAD DEL VATICANO, 27 sep (ZENIT.org).- El Jubileo del año 2000, centrado en la persona de Cristo, es también el Jubileo de la Eucaristía, el sacramento con el que Jesús se quiso quedar con nosotros a través de la historia. Por este motivo, Juan Pablo II comenzó hoy una serie de meditaciones que continuará durante los próximos encuentros con los peregrinos del miércoles, sobre el milagro más grande de todos los tiempos.


1. Según las orientaciones delineadas en la «Tertio millennio adveniente», este año jubilar, celebración solemne de la Encarnación, tiene que ser un año «intensamente eucarístico» (TMA, 55). Por este motivo, después de haber detenido la mirada en la gloria de la Trinidad, que resplandece en el camino del hombre, comenzamos una catequesis sobre esa celebración grande
y al mismo tiempo humilde de la de la gloria divina: la Eucaristía.

Grandeza y pequeñez de la Eucaristía
Grande, pues e la expresión principal de la presencia de Cristo entre nosotros «todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 20); humilde, pues se entrega con los signos sencillos y cotidianos del pan y del vino, la comida y la bebida ordinarias en la tierra de Jesús y en muchas otras regiones. En ese carácter cotidiano de los alimentos, la Eucaristía introduce no sólo la promesa, sino también la «prenda» de la gloria futura: «futurae gloriae nobis pignus datur» (Santo Tomás de Aquino, «Officium de festo corporis Christi»). Para comprender la grandeza del misterio eucarístico, hoy queremos considerar el tema de la gloria divina y de la acción de Dios en el mundo, ya sea que se manifieste en los grandes acontecimientos de salvación, ya sea que se esconda bajo los humildes signos que sólo puede percibir el ojo de la fe.

La gloria divina en el Antiguo Testamento
2. En el Antiguo Testamento, con la palabra hebrea «kabôd» se indica la manifestación de la gloria divina y de la presencia de Dios en la historia y en la creación. La gloria del Señor refulge en la cumbre del Sinaí, lugar de revelación de la Palabra divina (cf. Éxodo 24, 16). Está presente en la tienda santa y en la liturgia del pueblo de Dios, peregrino en el desierto (cf. Levítico 9, 23). Domina en el templo, la morada --como dice el salmista-- «en donde habita tu gloria» (Salmo 26, 8). Envuelve, como un manto de luz (cf. Isaías 60, 1), a todo el pueblo elegido: el mismo Pablo es consciente de que «los israelitas poseen la adopción de hijos, la gloria, las alianzas...» (Romanos 9, 4).

3. Esta gloria divina, que se manifiesta de manera especial en Israel, está presente en todo el universo, como lo escuchó proclamar el profeta Isaías a los serafines en el momento de su vocación: «¡Santo, santo, es el Señor de los ejércitos! La tierra está llena de su gloria» (Isaías 6, 3). Es más, el Señor revela a todos los pueblos su gloria, como se lee en el Salterio: «Todos los pueblos contemplan su gloria» (Salmo 97, 6). La luz de la gloria, por tanto, es universal, de modo que toda la humanidad puede descubrir la presencia divina en el cosmos.

La plenitud de la gloria: Cristo
En Cristo, sobre todo, se cumple esta manifestación, pues él es el «resplandor de la gloria» divina (Hebreos, 1, 3). Y lo es también a través de sus obras, como testimonia el evangelista Juan ante el signo de Caná: Cristo «manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él» (Juan 2, 11). Él irradia también la gloria divina a través de su palabra, que es Palabra divina: «Yo les he dado tu Palabra», dice Jesús al Padre; «yo les he dado la gloria que tú me diste» (Juan 17, 14. 22). Cristo manifiesta la gloria divina más radicalmente a través de su humanidad, asumida en la encarnación: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1, 14).

Presencia de Cristo
4. La revelación terrena de la gloria divina alcanza su cumbre en la Pascua que, especialmente en los escritos de san Juan y de san Pablo es descrita como una glorificación de Cristo a la derecha del Padre (cf. Juan 12, 23; 13, 31; 17, 1; Filipenses 2, 6-11; Colosenses 3, 1; 1 Timoteo 3, 16). Ahora, el misterio pascual, expresión de la «perfecta glorificación de Dios» («Sacrosanctum Concilium», 7), se perpetua en el sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección confiado por Cristo a la Iglesia, su amada esposa, (cf. «Sacrosanctum Concilium», 47). Con el mandamiento «Haced esto en conmemoración mía» (Lucas 22, 19), Jesús asegura la presencia de la gloria pascual a través de todas las celebraciones eucarísticas que salpicarán el fluir de la historia humana. «A través de la santa Eucaristía el acontecimiento de la Pascua de Cristo se expande a toda la Iglesia [...]. Con la comunión en el cuerpo y en la sangre de Cristo, los fieles crecen en la misteriosa divinización que, gracias al Espíritu Santo, les hace habitar en el Hijo como hijos del Padre» (Juan Pablo II y Moran Mar Ignatius Zakka I Iwas, Declaración Común 23-6-1984, n. 6: EV 9, 842).

La respuesta del hombre
5. No cabe duda de que la celebración más elevada de la gloria divina tiene lugar hoy en la liturgia. «Dado que la muerte de Cristo en la cruz y la resurrección constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia y la prenda de su Pascua eterna, la liturgia tiene como primera tarea volvernos a llevar por el camino pascual abierto por Cristo, en el que se acepta morir para entrar en la vida» (Carta apostólica «Vicesimus quintus annus», 6). Esta tarea se ejerce sobre todo por medio de la celebración de la Eucaristía, que hace presente la Pascua de Cristo y comunica su dinamismo a los fieles. Así, el culto cristiano se convierte en la expresión más viva del encuentro entre la gloria divina y la glorificación que sale de los labios y del corazón del hombre. A la «gloria del Señor que llena la morada» del templo con su presencia luminosa (cf. Éxodo 40, 34) le tiene que corresponder nuestra «glorificación del señor con espíritu generoso» (Sirácida 35, 7).

La existencia del hombre: glorificación de Dios
6. Como nos recuerda san Pablo, tenemos que glorificar también a Dios en nuestro cuerpo, es decir, con toda la existencia, pues nuestro cuerpo es templo del Espíritu que está en nosotros (cf. 1 Corintios 6, 19. 20). Desde esta perspectiva, se puede hablar también de una celebración cósmica de la gloria divina. El mundo creado, «tan a menudo desfigurado por el egoísmo y la avidez», tiene en sí «la potencialidad eucarística»: «está destinado a ser asumido en la Eucaristía del Señor, en su Pascua presente en el sacrificio del altar» («Orientale Lumen» 11). A ese aleteo de la gloria del Señor, que está «por encima de los cielos» (Salmo 113, 4) y se irradia en el universo, le corresponde, como contrapunto de armonía, la alabanza de toda la creación de modo que «Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén» (1 Pedro 4, 11).

viernes, 1 de abril de 2011

En el siglo XX fueron asesinados 45 millones de cristianos


"Sangre de mártires, semilla de cristianos". El viejo refrán católico se ha cumplido con creces a lo largo de toda la historia del cristianismo. Desde los tiempos de Nerón y el incendio de Roma, pasando por las persecuciones y las catacumbas, hasta hoy mismo. En menos de una semana fueron asesinados tres curas católicos en diferentes países del mundo. No en vano el teólogo y demógrafo católico, David Barreto, asegura que sólo en el siglo XX fueron asesinados 45 millones de cristianos, según cuenta Irene Hdez. Velasco en El Mundo.

Veinte siglos después de Nerón, los cristianos siguen siendo perseguidos en muchos lugares del mundo y siguen muriendo como mártires. El pasado domingo, un sacerdote italiano llamado Andrea Santero que se encontraba de rodillas rezando ante un altar era asesinado en Turquía de un tiro por un joven de 16 años que quería vengarse así por la publicación por parte de varios medios de comunicación europeos de unas caricaturas de Mahoma que muchos musulmanes consideran ofensivas.

«Tengo intención de abrirle un proceso de beatificación y de canonización. Estoy convencido de que en el sacrificio de don Andrea se dan todos los elementos del martirio cristiano», anunciaba ayer el cardenal Camilo Ruini durante los funerales en Roma del sacerdote.

El teólogo estadounidense David Barreto, director de la Enciclopedia del Mundo Cristiano y considerado como uno de los mayores demógrafos religiosos, considera que sólo en el siglo XX unos 45 millones de cristianos fueron asesinados en el mundo por motivos religiosos.«Con frecuencia se olvida que los cristianos son el grupo humano más perseguido del mundo en términos absolutos», señalaba en mayo pasado el cardenal Renato Martino durante la presentación del último Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo realizado por la organización Ayuda a la Iglesia.

En Sudán, por ejemplo, se considera «constitucional» la crucifixión de aquellos musulmanes que se convierten al cristianismo, según ha sentenciado el más alto tribunal del país. En Pakistán, un grupo compuesto por unas 20 personas atacaba el pasado lunes la iglesia católica Kawanlit, en el distrito di Sialkot, y le rompía las piernas a una mujer de 70 años y hería gravemente a otra de 50. En Arabia Saudí está prohibida la libertad de expresión a todas las religiones, menos al islam. De hecho Irán, Pakistán y Arabia Saudí son países que castigan con la cárcel y la tortura a quienes no acatan las leyes coránicas.

En Kosovo, entre 1999 y 2004, se calcula que fueron destruidos cerca de 150 edificios católicos entre iglesias, seminarios, conventos y palacios obispales, mientras que paralelamente han sido construidas 200 mezquitas. En Kano, la ciudad más grande de Nigeria septentrional, más de 200 personas murieron en el año 2004 en uno de los muchos encontronazos entre cristianos y musulmanes que se suelen registrar.

Y el clima de intolerancia contra los cristianos se ha agravado aún más en muchos países de mayoría islámica tras la polémica desatada por las viñetas de Mahoma. «Poco importa que los autores de esas caricaturas estén probablemente lejos de los principios cristianos. Para una minoría de musulmanes intransigentes, Occidente significa cristiandad porque conciben el mundo en términos de lucha entre religiones. Es difíciles hacerles entender que muchas leyes occidentales, desde el aborto al divorcio, son seculares», afirma en declaraciones al diario Il Corriere della Sera Salim Kalil Samir, un sacerdote jesuita de origen egipcio que da clases en el Pontificio Instituto Oriental de Roma y en la Universidad San José en Beirut.
China y Corea

Desde que en 1953 fuera instaurada la dictadura comunista en Corea del Norte, han desaparecido 300.000 cristianos. En China, los católicos son acusados de no ser «buenos ciudadanos». Beijing admite que, sólo en los últimos tres años, cerca de 230 funcionarios del Partido Comunista que se habían convertido al cristianismo han sido despedidos. Y sigue habiendo 19 obispos desaparecidos o secuestrados, nueve de los cuales se sabe que están encerrados en campos de trabajo, acusados de difundir «supersticiones feudales».De hecho a principios de 2005 murió monseñor Gao Kexian, un sacerdote encerrado durante cinco años y condenado a trabajos forzados por hacer proselitismo de la religión cristiana.

http://www.montfort.org.br

Beato Miguel Agustín Pro, mártir

Su Santidad el Papa Benedicto XVI

Su Santidad el Papa Benedicto XVI
el viernes 17 de septiembre del 2010 y aprecia los nichos de los mártires del siglo XX, incluyendo a Mons. Romero Abadía de Westminster en Londres